El camino a reparar tu corazón - Capítulo 1074
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Capítulo 1074:
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Había dos colchonetas de yoga en el centro de la habitación. En una de ellas, Sabrina estaba sentada con las piernas cruzadas y las palmas de las manos juntas, que levantó con elegancia por encima de la cabeza.
A su lado, Jennie imitaba cada movimiento con intensa concentración.
Al oír que se abría la puerta, Sabrina volvió la cabeza.
—¿Ya has vuelto?
Jennie repitió: «¿Ya volviste?».
Tyrone se quedó sin palabras ante la escena.
Dejó su maletín sobre la mesa de centro y su mirada se posó en las dos maletas junto al sofá.
Una estaba abierta en el suelo, con su contenido meticulosamente ordenado: camisas recién planchadas y organizadas por colores, y su estuche de gemelos cuidadosamente guardado en el bolsillo de malla.
Frunció el ceño.
«¿Qué es todo esto?».
Sabrina miró rápidamente la maleta.
«Ah, le pedí a Chloe que me ayudara a hacer las maletas».
«Ya veo. Pero ¿por qué empaquetar esto?».
Tyrone se aflojó la corbata y se quitó los gemelos de piedras preciosas; la seda susurró suavemente entre sus dedos.
«He llevado a Natalie, he terminado mi recuperación… Es hora de que te mudes». Los ojos de Jennie brillaron con picardía, totalmente entretenida por la conversación.
Tyrone se quedó paralizado, con las manos suspendidas en el aire.
—Sabrina, ¿esto es por Mason?
—No. —Sabrina cambió de postura y lo miró—. Te mudaste aquí solo para ayudarme durante el embarazo.
¿Te acuerdas?
Tyrone no dijo nada.
¿Cómo iba a olvidarlo? Solo estaba fingiendo no saber nada para prolongar su estancia.
Quizás aún podría haberlo hecho, pero los planes de Blayze habían creado una brecha entre ellos. Una ruptura que Sabrina podía fingir ignorar, pero que nunca olvidaría por completo. Ese pensamiento hizo que Tyrone maldijera en silencio la astucia de Blayze.
—Sabrina, Natalie aún es un bebé. Déjame quedarme… Puedo ayudar a cuidarla.
—No es necesario. La niñera ayudará.
Con eso, Sabrina se levantó y se dirigió hacia la mesa del comedor.
Jennie la siguió como un cachorro curioso, poniéndose de puntillas para coger el tarro de miel.
—¿Estás echando a papá? —se aseguró de decir en voz alta.
Al captar la mirada aguda de Tyrone, Jennie sonrió inocentemente y se llevó la miel a los labios.
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