El camino a reparar tu corazón - Capítulo 1072
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Capítulo 1072:
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Los ojos de Mason brillaban con lágrimas contenidas mientras se aferraba a Sabrina, reacio a decir adiós. Con la tranquilidad que le transmitía Sabrina, contuvo las lágrimas y asintió con valentía.
Después de recordar a la niñera que cuidara de Mason y de enviar un mensaje a Blayze, Sabrina se marchó al aeropuerto con Tyrone.
Después de casi dos semanas en Violetholt, sintió una oleada de expectación al acomodarse en su asiento.
Aterrizaron en Mathias a primera hora de la mañana siguiente, donde el conductor los recogió y los llevó a casa. Después de refrescarse, se fueron directamente a la cama.
A las 10 de la mañana, Sabrina se despertó en una cama vacía; Tyrone ya se había ido. Al mirar su teléfono, encontró un mensaje suyo.
«Me he ido a la oficina. Le he pedido a Chloe que se pase por aquí. Avísame si necesitas algo».
Sabrina dejó el teléfono a un lado, estiró sus miembros entumecidos y fue a refrescarse.
Después del desayuno, se puso a deshacer las maletas y a ordenar.
—¿Necesitas ayuda? —preguntó Chloe, apoyada en el marco de la puerta.
Sabrina estaba a punto de negarse, pero luego lo pensó mejor.
—En realidad, ¿podrías ayudarme a doblar la ropa?
Los ojos de Chloe se posaron en la pared.
—¿Esto es del señor Blakely?
—Sí. Se muda.
—¿En serio? Eso era nuevo para ella. Confusa pero obediente, Chloe comenzó a ayudar.
De repente, la puerta principal se abrió de golpe y se oyó una voz emocionada.
—¡Sabrina! ¡Ya llegué!
Jennie entró corriendo en la habitación seguida de cerca por Karen y se abalanzó sobre Sabrina.
—¡Te he echado tanto de menos!
Sabrina trastabilló hacia atrás y se estabilizó frotando la espalda de Jennie.
—Jennie, ¿estás intentando tirarme al suelo?
Jennie se rió tímidamente. Como eran las vacaciones de invierno, se había apresurado a ir a ver a Sabrina en cuanto supo que había llegado. Pero enseguida volvió a poner morritos.
—¡Dijiste que volverías en una semana!
—Blayze tuvo un accidente, así que tuve que quedarme un poco más —explicó Sabrina con un suspiro.
Jennie cruzó los brazos.
—¡Me aburría tanto en casa! Ayer, cuando papá se iba, le rogué que me llevara con él, pero se negó, por mucho que le insistí.
Sabrina se rió y le revolvió el pelo a Jennie.
—Le daré un sermón de tu parte cuando vuelva.
A Jennie se le iluminaron los ojos. —¿Cómo está Mason?
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