El camino a reparar tu corazón - Capítulo 1059
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Capítulo 1059:
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Sabrina sabía que si Horace estaba decidido a llevarse a Mason, poco podía hacer para detenerlo.
—En ese caso, necesito que aceptes algunas condiciones. Mi única preocupación es el bienestar de Mason.
—Dilas —dijo Horace.
—Primero, una vez que me vaya, quiero que lleves a Mason a la finca de la familia Fowler, donde Mia y su niñera podrán seguir cuidándolo. También debes asegurarte de que sus estudios sean supervisados a diario.
Sin Sabrina, Horace sería el tutor más cercano de Mason.
Rita acabaría descubriendo a Mason, pero si Horace lo supervisaba personalmente, sería menos probable que alguien actuara de forma imprudente y arriesgara su reputación. Y si Mason permanecía aislado en Villa Etheid, ni Mia ni la niñera tendrían suficiente autoridad para protegerlo; estaría vulnerable.
Horace asintió.
Este acuerdo le favorecía. Tenía la intención de criar a Mason él mismo, asegurándose de que el niño recibiera una educación adecuada. Si Mason mostraba potencial, todos se beneficiarían. Si no, Horace tenía recursos suficientes para mantenerlo.
Su teléfono sonó, interrumpiendo sus pensamientos.
Horace miró la pantalla.
—Disculpen, tengo que contestar.
—Por supuesto, tómese su tiempo, señor Fowler. Una extraña sonrisa apareció en el rostro de Horace.
—¿En serio? ¡Qué buena noticia!
Colgó y se volvió hacia Sabrina con los ojos brillantes.
—¡La policía acaba de confirmar que han encontrado a Blayze!
—¿En serio? —La expresión de Sabrina reflejaba la emoción de Horace.
—¡Es increíble! Me alegra saber que Blayze está a salvo.
—Tengo que ir a la comisaría inmediatamente. Seguiremos hablando de Mason más tarde.
Sin decir nada más, Horace salió por la puerta.
—Que tengas un buen viaje —le deseó Sabrina.
Ahora que habían localizado a Blayze, la situación de Mason seguía igual. Sabrina decidió prolongar su estancia unos días más, al menos hasta que pudiera ver a Blayze en persona antes de regresar con Mathias.
Una vez que Horace se hubo marchado, Sabrina subió a su habitación.
Mason se asomó con curiosidad.
—Mamá, ¿se ha ido?
—Sí, acaba de irse.
—¿Quién era ese hombre?
—Es tu abuelo, el padre de tu padre.
Mason pronunció la palabra lentamente: «Ah».
Luego frunció el ceño.
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