El camino a reparar tu corazón - Capítulo 1043
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Capítulo 1043:
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—Mañana me ocuparé de eso —respondió Blayze.
—Yo puedo cuidarte. —Después de aplicar el ungüento, Emery vendó las heridas con gasas—. Ya está. Deberías descansar. Tengo que salir otra vez.
—¿Para qué? —Blayze la observó—. Ten cuidado con la gente de Rita.
«Solo voy a comprar unas cosas. No te preocupes», dijo Emery con una sonrisa burlona. «Ya conseguí escapar antes. ¿De verdad crees que pueden atraparme?».
Blayze arqueó una ceja. Su mirada se posó en el teléfono que asomaba del bolsillo de ella.
«¿Por qué no llamas a mi padre y se lo explicas?».
Emery se quedó quieta un momento antes de soltar una risa seca.
—Rita ya le habrá tergiversado todo. ¿Crees que me creería ahora?
—¿Y vas a dejarlo pasar?
—Por supuesto que no. Pero ahora mismo no tengo nada con lo que presionarla. Cuando llegue el momento, me aseguraré de que pague.
—Espero que lo consigas —dijo Blayze con una leve sonrisa—. ¿Tienes suficiente dinero? Si lo necesitas, puedes usar el mío.
Emery se detuvo. —¿Me prestarías dinero?
El dinero siempre era bienvenido.
Blayze no lo dudó. Señaló su abrigo.
—La cartera está en el bolsillo. Hay algo de dinero en efectivo.
Emery se acercó y sacó la cartera del abrigo. El cuero era suave y parecía caro. Lo miró con un brillo travieso en los ojos.
—¿Puedo coger lo que quiera?
—Por supuesto.
—Qué generoso.
—Mi vida no tiene precio.
—Es verdad. No tardaré mucho. —Dijo Emery antes de marcharse.
Blayze tomó sus pastillas antiinflamatorias, se refrescó y se tumbó en la cama. El cansancio lo venció y cayó en un sueño ligero.
Sin embargo, una repentina inquietud lo despertó. Miró el reloj y vio que ya eran las once de la noche.
¿Dónde estaba Emery?
Blayze se incorporó, pensando en ir a buscarla, justo cuando Emery entraba con unas bolsas.
—Has tardado mucho —comentó Blayze—. ¿Algún problema?
—No, ninguno —respondió Emery, negando con la cabeza y dejando las bolsas en el suelo—. He comprado algo de ropa. Nada llamativo. Toma.
Sacó una chaqueta negra acolchada con tirantes ajustables en el pecho y los brazos.
Esa ropa era para gente más joven. Antes, Blayze no habría elegido ese estilo, pero ahora no tenía otra opción.
—También hay una sudadera con capucha, pantalones y zapatos. Póntelo por la mañana.
—Entendido. Gracias.
Le entregó un teléfono.
—Una nueva tarjeta SIM. He guardado mi número.
—Muy bien.
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