El camino a reparar tu corazón - Capítulo 1002
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Capítulo 1002:
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En el Grupo Fowler, Horace acababa de terminar una reunión y se dirigía a almorzar con unos viejos amigos.
Después de la comida, su asistente le informó: «La Srta. Acosta y su esposa llamaron esta mañana. La Srta. Acosta dijo que ya no quería el bolso y pidió un reembolso».
«¿Por qué cambiaría de opinión tan repentinamente?».
«No estoy seguro, pero la señorita Acosta no parecía estar bien cuando hablamos antes. Parecía como si hubiera estado llorando».
Siendo que seguía interesado en Emery, Horace la llamó de inmediato.
La llamada estaba a punto de desconectarse cuando Emery finalmente respondió. Su voz era áspera cuando dijo: «Señor Fowler».
«Escuché que ya no quería el bolso y pidió un reembolso. ¿No le gusta? ¿Por qué pedir un reembolso?».
Emery dudó antes de responder en voz baja: «Simplemente no quiero el bolso. Eso es todo».
«¿De verdad? Entonces, ¿por qué su voz suena tan extraña? ¿Alguien te ha intimidado? Dime quién fue. Haré que lo paguen».
«Por favor, no hagas preguntas. No quiero causar ningún problema entre tú y tu esposa».
«¿De verdad? ¿Eso significa que mi esposa está involucrada?».
«Ya te he dicho que no hagas preguntas. Si sigues así, no volveré a hablar contigo».
«Tú y tus rabietas», dijo Horace, riéndose suavemente de su tono, claramente divertido. Luego hizo un gesto a su asistente para que investigara la situación.
Minutos después, Horace vio las imágenes de vigilancia de la tienda y comprendió lo que había sucedido. Emery había sido acusada y atacada públicamente, lo que hirió su ego.
Con solo veinte años, era bastante inmadura.
Horace le envió a Emery suficiente dinero para cubrir tres veces el valor del bolso, diciéndole que comprara lo que quisiera.
Como Sierra no había hecho nada demasiado grave, Horace no pensaba tomar represalias.
Luego llamó a su esposa y le preguntó si necesitaba algo.
Con un suspiro, Rita dijo: «Es sobre Sierra. Se encontró con la señorita Acosta en el centro comercial y la abofeteó impulsivamente. La señorita Acosta está bastante molesta. He pedido algunas joyas y planeo enviárselas como disculpa».
Horace quedó satisfecho con lo que parecía un gesto considerado de Rita.
—No tenías por qué hacerlo. No era para tanto. Además, ya me he ocupado de todo.
—Me alegra oírlo. Sierra tiene mal genio. Hablaré con ella en cuanto llegue a casa.
—De acuerdo. Descansa y no te preocupes más por eso.
«Tú también necesitas descansar. Después de todo, has estado trabajando mucho últimamente. Cuídate», dijo Rita con dulzura.
Horace sintió un calor que le llenaba el corazón al darse cuenta de cuánto se preocupaba siempre su esposa por él.
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