El ascenso de la Luna fea - Capítulo 286
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 286:
🍙🍙 🍙 🍙 🍙
«Creí haberte dicho que me gustaba que me llamaras por mi nombre», dijo con calma.
Una cierta ligereza llenó mi corazón.
¡Mi Jaris había vuelto! Ya no estaba atormentado. «¿Estás bien?», pregunté con un ligero temblor en la voz.
Él simplemente asintió con la cabeza.
Oh, dioses. Quería enterrar mi rostro en su pecho y llorar.
No podía creer que realmente me hubiera quedado dormida.
Jaris me soltó, pero sus brazos siguieron rodeándome, concretamente mi espalda.
«Dilo», me dijo en voz baja. «Mi nombre».
Mis ojos brillaron de sorpresa. No sabía qué me derretía más el corazón: el hecho de que me pidiera que lo llamara por su nombre o el hecho de que no dejara de mirarme fijamente a los ojos, como si le preocupara que desapareciera si apartaba la mirada un segundo.
—Jaris —susurré, con el corazón bailando un vals y revoloteando de emoción bajo mi piel.
Una leve sonrisa se dibujó en su rostro mientras su mano se acercaba a mi cabello y jugaba con mis mechones. —No te he oído bien. Creo que he oído Mavis o algo así.
Me reí. —No. He dicho Jaris.
—Hmm —levantó las cejas—. Mucho mejor.
Finalmente me incorporé, pero seguía habiendo cierto contacto físico entre nosotros.
Me fijé en que Ericka estaba en la habitación, sentada y mirándonos. Era difícil pasar por alto el ceño fruncido de su rostro.
«Pero, en serio, ¿cómo te sientes?». Volví a mirar a Jaris. Él era lo único que me importaba en ese momento.
«Me siento mejor».
¿Te quedaste con ganas? Entra a ɴσνєʟα𝓼4ƒαɴ.ç0𝓶
Entonces había funcionado. Había conseguido eliminar el dolor. Pero algo me decía que solo era temporal.
«Debes de tener hambre», me apresuré a levantarme. «Te traeré algo de comer. ¿Te apetece algo en particular?».
Él negó con la cabeza.
Estaba segura de que se me ocurriría algo que le gustara.
Me puse manos a la obra en la cocina y decidí preparar sémola de maíz. Menos mal que la casa parecía tener de todo.
No me sorprendió cuando Ericka entró.
—¿Cómo lo hiciste? —su voz era seca—.
«¿Hacer qué?». No la miré, sino que me concentré en las verduras que estaba cortando en cubitos.
«Jaris se quedó dormido en cuanto lo abrazaste. Fue extraño. Muy extraño».
.
.
.