El arte del sexo - Capítulo 124
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Capítulo 124:
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El pelinegro mayor aprieta la mandíbula con fuerza es cuando se abalanza contra su propio hijo para propinarle un puñetazo en la cara hasta hacerlo sangrar.
Daviana cubre su boca con susto al ver que Connor cae al suelo con la nariz ensangrentada. Luego ve a Michele acercarse a él tomándolo por la solapa del saco.
– Nunca más vuelvas a referirte a ella de esa manera, su nombre es Daviana y te guste o no es mi esposa. Y no creas que te voy a perdonar haber intentado forzarla a hacer algo que no quiso. Eres mi hijo, te quiero, pero esto no lo dejare pasar por alto Connor.
Connor observa a su padre a los ojos y supo que hablaba muy en serio. Aplana los labios al mismo tiempo que limpia su nariz.
– Ahora vete de aquí, mañana lo hablaremos en la oficina.
El chico se pone en pie con ayuda de su padre, le echa un vistazo al mismo y luego a su esposa. Se da la vuelta para desaparecer por las escaleras.
Michele suelta el aliento y traga saliva, gira el cuerpo para ver a su esposa más pálida de lo normal.
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– ¿Te sientes bien?
– Lo siento mucho -baja la cabeza.
– Debiste confiar en mí y contármelo Daviana.
– Creí que si te lo contaba no me lo ibas a creer, Connor es tu hijo, como le ibas a creer a una simple secretaria que acababas de conocer.
Me dio miedo.
– ¿De qué mi hijo hiciera algo contra ti?
– De perderte -levanta el rostro.
– Eso no pasara mi amor -se acerca a ella para abrazarla -. Eres lo mejor que me ha pasado, quiero que siempre lo recuerdes siempre.
Pero necesito que confíes plenamente en mí para contarme cualquier cosa que suceda, ¿lo entiendes?
Michele la aleja un poco para ver sus ojos.
– De acuerdo -sonríe.
– ¿Hay algo más que deba saber?
– No, nada…
– Bien -besa su boca con ternura -. Muy bien…
[…]
Al trascurrir un poco más de una semana Daviana llevaba una vida de casada bastante normal, o bueno un poco normal, ser la esposa de Michele era como estar en una montaña rusa.
Esa tarde ella fue a ver a su hermano o mejor dicho a recoger a Arthur en la clínica. Su alta ya estaba aprobada y el pequeño ya podía salir de ese lugar para ir a casa, su mejoría fue rápida y asombrosa por ende ya no tenía por qué seguir bajo cuidados médicos.
Michele y ella lo recogieron en la clínica, y mientras que su esposo pagaba el resto de la cuenta de los gastos de la clínica ella esperaba en la habitación con el pequeño castaño.
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