El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 952
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Capítulo 952:
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Rápidamente corrió hacia la cama y presionó suavemente a Sadie para que volviera a tumbarse.
«¡No puedes moverte a tu antojo! El médico ha dicho que ahora estás en una fase delicada. Necesitas mucho reposo en cama. No puedes descuidarte».
El rostro de Tina estaba marcado por la preocupación.
Sadie parpadeó sorprendida, pero obedeció y se recostó contra las almohadas.
Observó a Tina moverse como una gallina y sintió que un calor le recorría el pecho.
«Me has cuidado muy bien, Tina. ¿Y Averi? ¿Cómo está?»
Tina abrió la fiambrera y contestó: «No tienes que preocuparte por él. Ya he hecho los preparativos para Averi. Jack hizo que sus mejores guardaespaldas lo escoltaran de vuelta a Jazmah. He informado de la situación a la señora Isabel Wall, que está esperando a que Averi regrese a la mansión Wall. Estoy segura de que cuidará muy bien de él».
Sadie cerró los ojos, sintiendo que se le quitaba un peso del corazón.
«¿Y qué ha dicho el médico? ¿Cuándo me darán el alta?»
No quería quedarse en el hospital mucho más tiempo. Todavía tenía que ocuparse de muchas cosas.
Tina dudó antes de contestar. «Hablé con el médico y… Dijo que tu fiebre alta ha hecho mella en tu cuerpo. El estado del bebé es un poco inestable en este momento. Tendrás que quedarte en el hospital en observación para asegurarnos de que tanto tú como el bebé estáis bien. El médico también ha insistido en que no puedes moverte de forma imprudente ni recorrer largas distancias en un futuro próximo. De lo contrario, podría poner en peligro tu embarazo».
Tina dejó la comida en la mesilla y cogió la cuchara.
Su voz era más suave cuando dijo: «No te estreses dándole demasiadas vueltas. De momento, concéntrate en recuperarte. Toma, come. El médico ha dicho que necesitas mucha nutrición».
Sadie miró desganada la comida que tenía delante, su hambre se desvaneció por completo ante las abrumadoras circunstancias.
Agradeció el ofrecimiento con un movimiento de cabeza distraído, mientras sus pensamientos iban más allá de las estériles paredes del hospital que la confinaban.
Su cuerpo no mostraba ninguna evidencia física de su extraordinario estado, pero el conocimiento de una minúscula existencia desarrollándose en su vientre desató una tempestad de emociones que le costó identificar. Apenas había probado un bocado de la insípida carne cuando la puerta estalló con un estruendo reverberante contra la pared. Blaine se materializó en el umbral, su imponente figura se recortaba dramáticamente contra la luz fluorescente del pasillo.
Los músculos de Sadie se trabaron de asombro, con el tenedor suspendido en el aire. ¿Cómo se las había arreglado para llegar a esa velocidad imposible?
Blaine irrumpió en la sala, con una alarma indisimulada que se reflejaba en cada rasgo de su rostro. Sus ojos frenéticos recorrieron su figura repetidamente, realizando una urgente evaluación visual de su estado.
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