El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 936
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 936:
🍙🍙🍙🍙 🍙
Fabricó una risa, quebradiza y hueca. «Noah, ¿qué estás sugiriendo exactamente?».
Noah permaneció en silencio un momento. Su mirada se clavó en Hailey, su voz inquietantemente medida. «Resulta que hay un asunto importante que tengo que tratar con vosotros dos».
Hailey se quedó paralizada, la sangre se le heló en las venas.
La incomodidad de Forest se intensificó. Esculpió otra sonrisa rígida. «¿Ah, sí? ¿Y de qué queréis hablar? Te escuchamos atentamente».
Noah se reclinó ligeramente en su silla. «Deseo hablar del divorcio con la señora Burgess».
Su declaración cayó como un rayo, sumiendo a la sala en un profundo e incrédulo silencio.
La tez de Hailey se tornó de alabastro, su mente se negaba a procesar sus devastadoras palabras.
Pero Noah continuó hablando, aparentemente ajeno a la devastación emocional que acababa de desencadenar.
«Hace tres años, cuando estaba gravemente enfermo en Zupren, la señora Burgess me curó. Le debo la existencia. Para corresponder a su compasión y ayudar al Grupo Burgess, me casé con ella. Sin embargo, a lo largo de estos tres años, ningún amor auténtico ha florecido entre nosotros. El Grupo Burgess ahora prospera independientemente. Mi obligación está cumplida».
Hailey no pudo contenerse más. Saltó de su silla. «¡No! ¡Me niego al divorcio!» Las lágrimas caían en cascada por sus mejillas sonrojadas.
Se abalanzó hacia Noah, agarrándolo desesperadamente del brazo con ambas manos. «¡Noah! Por favor, ¿es por mi embarazo? ¿Sigues enfadado conmigo?
Supuso erróneamente que su amargura se debía a que el niño no era suyo.
«¡Interrumpiré el embarazo! Iré al hospital inmediatamente. Podemos concebir juntos un hijo que realmente desees, ¿de acuerdo? Cumpliré cualquier demanda. Pero no me abandones. Te lo suplico».
Ella se derrumbó en sollozos incontrolables, su cara manchada de rímel el retrato de la angustia absoluta y la desesperación.
La frente de Noah se arrugó profundamente, sus ojos no reflejaban más que frío desprecio.
La apartó de un empujón, con tanta fuerza que ella se tambaleó hacia atrás y estuvo a punto de perder el equilibrio.
«Señorita Burgess, mantenga algo de dignidad». La voz de Noah cortó el aire como una hoja de acero.
Forest, testigo de la humillación de su hija, finalmente estalló. Golpeó la mesa con el puño y se puso en pie, con los cubiertos haciendo ruido por el impacto.
«¡Noah! ¿Cómo te atreves? ¿Acaso consideras a la familia Burgess tu juguete? Mi hija no es un bien desechable que adquieres y desechas cuando quieres».
.
.
.