El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 935
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Capítulo 935:
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La sonrisa de Forest se endureció ante la pregunta, y sus ojos se desviaron hacia su hija.
Hailey se dio cuenta de inmediato.
Cogió la cafetera y se acercó a Noah, sirviéndole café mientras hablaba con voz suave y complaciente. «No tienes que ser tan formal con mi padre».
«Somos familia, después de todo».
Hailey colocó la taza de café junto a Noah, sus dedos se detuvieron cerca de su brazo con un toque tentativo.
Noah se apartó sutilmente, con una impenetrable máscara de indiferencia.
Levantó la taza de café, girándola metódicamente en la palma de la mano sin llevársela a los labios.
«Recuerdo que, antes de mi regreso del extranjero, las personas encargadas eran más que capaces de mantener la estabilidad de la sucursal». Aunque apenas superaba el susurro, su voz transmitía una gravedad inconfundible. La acusación que se escondía tras sus palabras estaba perfectamente clara.
Si Forest no hubiera maquinado en la sombra, el Grupo Burgess habría permanecido inquebrantable.
La sonrisa de Forest parpadeó débilmente y luego desapareció por completo de su rostro.
Se aclaró la garganta dos veces, cambiando desesperadamente de tema. «Oh, Noah, sé razonable. Sólo intervine porque me importaba profundamente, nada más».
Levantó sus utensilios, haciendo un gesto hacia la extensión. «Vamos, no desperdiciemos esta comida con charlas ociosas, prueba estos platos. Son absolutamente exquisitos».
Vaciló, fingiendo un repentino recuerdo.
«Por cierto, Noah, he oído que tú y Hailey estabais considerando celebrar vuestra ceremonia de boda aquí. He pensado que tal vez el ocho del mes que viene sería una fecha ideal. ¿Qué opinas?»
Los dedos de Noah se contrajeron casi invisiblemente alrededor de la taza de porcelana, sus nudillos blanqueando ligeramente.
Así que ahí estaba. Toda esta cuidadosa maniobra representaba su verdadera agenda. La discusión de negocios sólo había servido de camuflaje. Su verdadero objetivo era obligarlo a casarse.
Noah dejó la taza de café con un tintineo deliberado contra la caoba. Cuando levantó la mirada, sus ojos se habían transformado en glaciares árticos.
«La señora Burgess está embarazada. No debería someterse a un estrés innecesario. En cuanto a la boda, creo que deberíamos abandonar la idea por completo».
En el instante en que esas palabras escaparon de sus labios, la sonrisa de Hailey se evaporó como el rocío de la mañana bajo la dura luz del sol.
«¿Señorita Burgess?» ¿Por qué esa repentina formalidad? Nunca antes se había referido a ella con tanta frialdad.
Un tsunami de terror se abatió sobre ella y la dejó sin aliento. La expresión de Forest se nubló ominosamente, una premonición de desastre hinchándose en su pecho.
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