El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 931
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Capítulo 931:
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Sadie desvió su atención hacia Nathan. «Sin duda tenéis asuntos cruciales que requieren discusión. Les concederé privacidad». Se levantó de su asiento con elegancia.
«Por favor, permítanos acompañarla, Sra. Hudson». Los ancianos se apresuraron a levantarse con una nueva deferencia.
Nathan siguió a Sadie, apenas capaz de contener la ligera curva de sus labios. Lo había conseguido. Por fin había dado el primer paso para hacerse con el control del Grupo Higgins.
Sadie se dirigió directamente al coche aparcado en la entrada. Estaba cogiendo el pomo de la puerta cuando una figura apareció de repente y le cerró el paso.
Era Ofelia. Tenía la cara torcida por la ira y los ojos inyectados en sangre. Estaba claro que no había pegado ojo en toda la noche.
Ophelia cruzó los brazos sobre el pecho y levantó la barbilla en señal de desafío. «¿Qué crees que haces aquí? Esto es la mansión Higgins. Este no es lugar para ti».
Sadie ladeó la cabeza y enarcó una ceja.
Nunca le había gustado perder el tiempo con gente que buscaba activamente problemas. Volvió a coger el picaporte.
Ophelia se enfureció al ser ignorada. Sadie era muy atrevida y se comportaba con arrogancia delante de ella.
Sin previo aviso, agarró a Sadie por la muñeca. «Realmente no tiene modales, ¿verdad, señorita Hudson?». Ophelia le mostró una sonrisa que parecía falsa. «Como futura cuñada, lo menos que puede hacer es reconocer mi presencia».
Sadie hizo una pausa y miró a Ofelia.
Así que éste era su juego. Ophelia iba a utilizar esta situación para intentar imponer su dominio sobre ella.
¡Qué risible!
Sadie soltó un sonido que era una mezcla entre una risa y una burla. «¿Ah, cuñada?»
Miró a Ofelia de arriba abajo antes de posar su mirada en la expresión tensa de ésta. «Entonces dime, mi querida cuñada, ¿lo pasaste bien en tu boda?».
Sus palabras hirieron a Ofelia como una espada en el corazón.
La boda había sido un desastre, se había revelado que su prometido tenía un hijo ilegítimo y ahora era el hazmerreír de Beversea.
¿Cómo demonios había podido pasárselo bien?
A Ofelia se le fue todo el color de la cara. ¡Sadie, la muy zorra! Ella sólo tenía que añadir más insulto a la injuria.
«¡Maldita seas!» Ophelia temblaba, incapaz de contener su rabia.
Echó el brazo hacia atrás y levantó la mano, con la intención de abofetear a Sadie.
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