El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 923
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Capítulo 923:
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Los agentes pasaron junto al cristal sin apenas mirar en su dirección, desinteresados por su perorata.
Su frustración se intensificó. Golpeó la mesa de metal con la mano y la sacudida le produjo un hormigueo en el brazo.
«¿Alguien está prestando atención? Quiero a mi agente. Que venga mi agente. Traigan a mi abogado».
Le ardía la garganta de tanto gritar.
En ese preciso momento, la puerta de la sala de interrogatorios se abrió.
Leonard entró, con una sonrisa tranquila y práctica.
«Briley, siento que hayas tenido que soportar este lío», dijo en voz baja. «Eres libre de irte. He cubierto tu liberación».
Antes de que pudiera decir más, Briley le lanzó una fuerte patada a la pierna.
«¡Inútil! ¿Dónde demonios has estado? ¿Qué has estado haciendo?»
Leonard no se inmutó, aunque el dolor le subió por la pantorrilla. Mantuvo la sonrisa y asintió respetuosamente.
«Perdóname. Había un atasco de camino, y tuve que coordinarme con alguien sobre el circo mediático de fuera. Tardé más de lo previsto».
Internamente, se burlaba. ¿Coordinar? Más bien alimentar el drama.
Pero Briley ya no le prestaba atención. Ella rozó pasado con una mirada.
«No importa. Larguémonos de esta pocilga».
Se adelantó, ansiosa por huir de la sofocante estación.
Leonard la siguió de cerca, bajando la voz.
«Hay una multitud de prensa esperando. Ten cuidado con tus declaraciones».
Sin detenerse, Briley sacó un espejo compacto y se pintó los labios a media zancada.
No le dedicó ni una mirada.
«Por favor. No me des lecciones sobre cómo enfrentarme a los periodistas».
Leonard se calló de inmediato.
Si ella pensaba que lo tenía todo bajo control, él la dejaría cargar con la culpa. Esto no era más que el acto de apertura.
Briley pulió su perfecta sonrisa mediática, perfeccionada tras interminables prácticas, y cruzó la puerta principal del edificio.
Tal y como había previsto, un caótico muro de periodistas entró en tropel, con cámaras y micrófonos apuntando hacia ella.
Los flashes, que parpadeaban en rápida sucesión, iluminaban la noche como fuegos artificiales.
Briley mantuvo la compostura y asintió con elegancia.
«Gracias por su preocupación. No he hecho nada malo. Es evidente que ha habido un malentendido: alguien intenta inculparme. Confío en que las fuerzas del orden…»
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