El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 908
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 908:
🍙🍙🍙🍙 🍙
«Damas y caballeros, invitados de honor, ¡buenos días! Ahora comenzamos la unión del Sr. Jarrett Higgins y la Srta. Ophelia Johnson. ¡Vuelvan a sus asientos y únanse a nosotros para presenciar esta feliz ocasión!»
Una suave música instrumental comenzó a sonar, añadiendo un toque de elegancia al ambiente.
Rodger no dedicó ni una sola mirada a Nathan y volvió a sentarse a la cabecera de la mesa. Nathan echó un último vistazo a la escalera y, sin otra opción, eligió una silla libre a un lado del pasillo y se sentó.
Instantes después, Sadie y Noah entraron juntos por el otro extremo del local. Nathan parpadeó, confuso.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué llegaban en pareja? ¿Qué había pasado entre ellos? Parecían tranquilos, como si nada hubiera cambiado.
Justo a tiempo, comenzó la marcha nupcial. Ofelia, radiante con un vestido de novia blanco, caminó lentamente por el pasillo del brazo de Daren. La luz tenue y la suave melodía daban a la sala un aire de cuento de hadas.
Los ojos de Ofelia se desviaron brevemente hacia Nathan. Estaba guapísima.
La voz profunda y cautivadora del anfitrión recorrió la sala, provocando los aplausos de los invitados.
De repente, una voz fuerte y temblorosa rompió la calma.
«¡Jarrett! No puedes casarte con ella».
Una mujer con otro vestido blanco irrumpió en el interior, con lágrimas en los ojos y visiblemente conmocionada, dirigiéndose directamente hacia el novio.
Los jadeos resonaron en la sala mientras los invitados se giraban en un silencio atónito.
La expresión de Rodger se ensombreció como una tormenta en ciernes. En cuanto vio a la mujer, la reconoció.
Era Yvonne Blyant, su ex novia, criada por un padre soltero y obligada a buscarse la vida con trabajos de poca monta.
Rodger se sintió humillado y ladró al equipo de seguridad: «¿Qué hacéis ahí parados? Sacad a este loco de aquí». Los guardaespaldas se lanzaron a la acción.
Pero Yvonne se resistió ferozmente, negándose a ceder. Su voz atravesó la conmoción como una sirena.
«¡Sr. Higgins! Estoy embarazada, y el bebé es de Jarrett».
Rodger se quedó paralizado, atónito y sin habla. Incluso Jarrett, que había estado observando con aire distante, se tensó de repente.
Justo cuando la sala se sumía en el desorden, una nueva oleada de visitantes entró por las puertas principales: oficiales uniformados.
El que estaba al mando se dirigió hacia Rodger, con la mandíbula apretada, mostrando sus credenciales.
.
.
.