El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 869
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Capítulo 869:
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Jack exhaló lentamente y volvió a entrar en la suite.
Junto a la ventana del suelo al techo, Noah permanecía en silencio, frotándose las sienes. Su expresión enmascarada no revelaba nada, pero el aire a su alrededor estaba tenso por la tensión.
Nathan, ese idiota, se había atrevido a anunciar su compromiso con Sadie. Incluso si se trataba de un movimiento calculado, era sofocante. No podía permitir que fuera más lejos.
«Organiza una reunión con los mayores de la familia Higgins mañana a primera hora», dijo rotundamente Noah.
Él mismo iría a la mansión Higgins.
Nathan estaba claramente utilizando el nombre del Grupo Wall para elevar su posición. Noah no iba a quedarse de brazos cruzados.
Jack asintió en silencio.
«Considérelo hecho, señor».
Empezaba a pensar que las estrategias de su jefe eran cada día más impredecibles.
A la mañana siguiente, justo cuando Sadie salía por la entrada principal del hotel, un ruidoso descapotable rosa se acercó a la acera.
Nathan estaba apoyado en el coche, con las manos en los bolsillos, vestido con más gusto que de costumbre. Unas gafas de sol de gran tamaño y una máscara ceñida ocultaban la mayor parte de su rostro. Para un extraño, podría haber pasado por una celebridad de primera categoría, o por alguien que evita ser arrestado.
Sadie aminoró el paso. Su mirada se agudizó. El coche llamativo y el aspecto exagerado gritaban Nathan.
Se acercó y lo miró de arriba abajo.
«¿Probando una identidad secreta hoy, Sr. Higgins?».
Al oír su voz, los hombros de Nathan se pusieron rígidos. Se puso en guardia y se quitó las gafas de sol, mostrando unos ojos hinchados y agotados.
Frotándose torpemente la nuca, murmuró,
«Buenos días, Sra. Hudson».
Se enderezó y buscó una excusa.
«Hoy hay muchos rayos UV. Hay que proteger la piel».
Ni siquiera él parecía convencido.
A decir verdad, la paliza que había recibido el día anterior lo había dejado tan magullado que no podía soportar la idea de que lo vieran, sobre todo Sadie, cuyo porte y elegancia empeoraban aún más su lamentable estado.
Antes de que pudiera decir nada más, un destello de sospecha cruzó el rostro de Sadie.
Su mirada se entrecerró mientras estudiaba la máscara que cubría sus rasgos. No tenía sentido: nadie necesitaba protección solar a esas horas.
Una corazonada se apoderó de ella. Sin dudarlo, estiró la mano y le arrancó la máscara de la cara.
Tal y como sospechaba, sus facciones eran un desastre. Tenía un moratón azulado en un lado de la boca y el pómulo hinchado y deformado. Parecía salido de una zona de guerra: golpeado y maltrecho.
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