El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 867
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Capítulo 867:
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La voz al otro lado respondió con prontitud, asegurándole que la ayuda estaba en camino.
Sadie colgó y se volvió hacia Noah, con la mirada helada.
«¿Se marchará usted solo, señor Noel, o debo esperar a que los de seguridad le acompañen a la salida?».
No se inmutó. Ni siquiera un poco.
La mandíbula de Noah se tensó. Sentía el pecho pesado, como si algo se le hubiera caído dentro y se negara a moverse.
Apretó los puños, luchando por contenerse.
Pero no dijo ni una palabra.
Se dio la vuelta y salió.
Cuando Noah se marchó, la rigidez de Sadie se relajó por fin. Se dirigió al sofá y se hundió en él, levantando los dedos para aliviar el martilleo de la sien.
Otra vez Noah. Siempre él.
Ya tenía a Hailey y un hogar perfecto, ¿por qué no podía alejarse? ¿Qué más podía querer?
Sin embargo, incluso en su ausencia, un extraño tic en su párpado derecho no se detenía. Un temor repentino se instaló en su pecho, apretándose como un nudo que no podía deshacer.
Entonces, su teléfono sonó de repente. El nombre de Tina parpadeó en la pantalla.
Conteniendo la irritación que bullía en su interior, contestó.
«Hola, Tina. ¿Qué pasa?
La voz de Tina transmitía tensión.
«Sra. Hudson, Daren del Grupo Johnson ha vuelto a ponerse en contacto. Dijo que Jarrett pidió una reunión con usted».
¿Una reunión ahora? Los labios de Sadie se curvaron en una sonrisa gélida. Estaba claro que se trataba de su abrupto compromiso con Nathan. Ella no iba a gastar energía en Jarrett en este momento.
«No los veré. Sigue inventando excusas para rechazarlos. Di que estoy ocupada en un futuro próximo».
Tina no dudó.
«Entendido, Sra. Hudson.»
Una vez finalizada la llamada, Sadie tiró el teléfono a un lado.
Jarrett era cortante y despiadado, pero no importaba. Mañana acompañaría a Nathan a la mansión Higgins para conocer a la familia. Sus caminos se cruzarían inevitablemente. Lo que tuviera que decirse podría esperar hasta entonces.
Al lado, en la lujosa suite, Nathan yacía magullado y destrozado, con el labio manchado de sangre. Le palpitaban todos los miembros y se estremecía con cada respiración: la imagen de la derrota.
Jack estaba cerca, con una expresión ilegible.
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