El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 854
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Capítulo 854:
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Aunque había actuado con rapidez para suprimir las consecuencias, dando órdenes estrictas para mantener todo en secreto, no se sabía lo que Sadie podría hacer. Podría utilizar el incidente como palanca o, peor aún, informar directamente a Jarrett.
Si Jarrett llegaba a descubrir hasta qué punto Ophelia lo había humillado, la frágil alianza entre los Johnson y los Higgins se derrumbaría en un instante.
¿Qué opciones le quedaban?
Una oleada de vértigo se apoderó de Daren mientras las sienes le palpitaban con creciente presión. Volvió a casa, con sus pensamientos convertidos en una caótica espiral de temor y desesperación.
Nada más entrar, el mayordomo se acercó, visiblemente angustiado. Entreabrió los labios, pero no dijo nada.
A Daren se le cayó el estómago. La voz le salió cortante.
«Dilo de una vez».
El mayordomo inclinó por fin la cabeza y habló, con voz baja y cautelosa.
«Señor, desde que la señorita Johnson regresó, ha estado histérica. Llora sin parar, tiene ataques en su habitación… Dice que no quiere vivir más. Hace unos minutos, intentó saltar desde el balcón. El personal logró detenerla justo a tiempo. Ahora está encerrada, no abre la puerta, no quiere ver a nadie».
La expresión de Daren se ensombreció y su mandíbula se tensó. Su hermana había sido mimada más allá de lo razonable. Y ahora, en medio de una crisis, optaba por sumirse en el melodrama en lugar de afrontar las consecuencias de sus actos.
Rechinando los dientes, se dirigió a la puerta de Ofelia y llamó con fuerza.
«Ofelia. Abre la puerta».
No hubo respuesta, sólo el sonido entrecortado de sollozos ahogados, apenas audible a través de la gruesa puerta de madera.
Daren perdió la paciencia.
«Derríbenla», ladró a los sirvientes.
Pero antes de que pudieran moverse, la puerta se abrió de golpe desde dentro.
Ophelia estaba allí, con los ojos enrojecidos e hinchados, la cara llena de lágrimas, un amasijo de angustia e indignación. Su voz temblaba de desesperación y orgullo herido.
«¡Daren! ¿De verdad ibas a tirar la puerta abajo? ¿Ya no me quieres? Te he dicho que no me casaré con Jarrett. ¡No pasaré el resto de mi vida con un lisiado! ¿Cómo puedes pedirme que viva así?»
En ese momento, el último rastro de afecto fraternal al que Daren se había aferrado se desvaneció. Exhaló un suspiro cansado.
«Ofelia, si todavía quieres conservar tu lugar en la familia Johnson -si quieres seguir viviendo con lujo y comodidad-, entonces te casarás con la familia Higgins sin decir una palabra más. Ahora nuestro futuro está ligado a Jarrett. Si él sube, nosotros subimos. Si cae, caeremos con él».
Hizo una pausa, su voz se enfrió, sus ojos se endurecieron con la advertencia.
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