El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 774
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos tres veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 774:
🍙🍙🍙🍙 🍙
En ese momento, la puerta se abrió con fuerza.
Samuel entró a grandes zancadas, flanqueado por un grupo de guardaespaldas vestidos con trajes negros. Su imponente presencia parecía enfriar el aire de la habitación.
El ayudante tembló y casi se le doblaron las piernas del miedo.
Desprevenido, Coyle se quedó mirando la escena que se desarrollaba.
Samuel, ignorando la mirada tensa de Coyle desde la cama, hizo una señal a los guardaespaldas. «Hacedlo».
Inmediatamente, dos guardaespaldas avanzaron y agarraron a Coyle.
Indignado y aterrorizado, Coyle logró una débil protesta.
«¡Cómo… cómo te atreves! Samuel, ¿quién… quién te crees que eres? ¡¿Tú, un simple asistente, te atreves a ponerme las manos encima?!»
Su intento de esgrimir su estatus fue lamentable, socavado por su habla arrastrada y su boca babeante, despojándole de cualquier atisbo de dignidad.
Samuel finalmente se encontró con la mirada de Coyle, su expresión estoica, pero sus ojos helados.
«A estas alturas, señor Wall, los pretextos son innecesarios».
Una oleada de temor inundó a Coyle.
La voz de Samuel era grave y penetrante.
«El asesino que usted envió fue detenido inmediatamente. Lamentablemente para él, no pudo dañar a la señorita Hudson. En cambio, la señorita Briley Wall intervino inexplicablemente para proteger a la señorita Hudson del ataque, garantizando su seguridad.»
Hizo una pausa, observando cómo la expresión de Coyle cambiaba a confusión, y luego continuó.
«La señorita Hudson ha decretado que usted sea escoltado de vuelta a su residencia en Zupren, prohibiéndosele regresar jamás a este país».
A Coyle casi se le salen los ojos de las órbitas.
Con la boca abierta, luchaba por encontrar palabras, pero sólo su respiración entrecortada llenaba el silencio.
¿Por qué protegería Briley a esa detestable Sadie?
¿No se suponía que conspiraría con la asesina para garantizar el resultado?
No, ¡no debía desarrollarse así!
Una súbita comprensión golpeó a Coyle como un rayo.
Ahora lo entendía.
¡Esa maldita Briley!
Todo había sido manipulado por ella.
Ella había organizado astutamente todo el auto-sacrificio.
Utilizando al asesino que él había despachado, ella urdió su propio plan para ganarse la confianza de Sadie y la compasión de los ancianos.
.
.
.