El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 760
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Capítulo 760:
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La sonrisa de Lennon se ensanchó, y un destello de codicia iluminó sus ojos.
«¡Eso es lo que me gusta oír! Pero, para que lo sepas… de donde yo vengo, hay una pequeña regla: ¡el pago por adelantado y luego la curación! Tendré que conseguir hierbas, preparar las medicinas, entiendes. Todo eso cuesta dinero».
Coyle, poco dispuesto a perder el tiempo regateando, hizo un leve gesto con la cabeza a Terrell.
Terrell captó la señal de inmediato. Metió la mano en el bolso, sacó una tarjeta bancaria y la extendió.
«Aquí tiene dos millones como depósito. Si el señor Wall se recupera por completo, se le recompensará aún más».
Los ojos de Lennon se abrieron de par en par. Cogió la tarjeta como un niño que recibe un caramelo y la acunó como si fuera de oro.
«¡Eso es lo que yo llamo sinceridad! No se preocupe, Sr. Wall, cuando acabe con usted, caminará como un potro en primavera».
Lennon se animó, vigorizado por la promesa de riqueza. Se inclinó junto a la cama y empezó a sacar objetos extraños y desparejados de su maltrecha cartera de tela: desde píldoras turbias hasta polvos extraños con tonos de joyas, pasando por un juego de agujas largas y finas como cuchillas que parecían más amenazadoras que medicinales.
Murmurando en voz baja, primero le dio a Coyle un puñado de píldoras calcáreas y de olor amargo.
Con visible reticencia, Coyle se las tragó. A continuación, Lennon mezcló los polvos con un líquido viscoso de color ámbar hasta formar una pasta y la untó con cuidado en la espalda magullada y maltrecha de Coyle.
Todo el proceso parecía cuestionable, más magia popular que medicina. Pero para asombro de Coyle, la agonía palpitante de su columna vertebral empezó a disminuir. No desapareció, pero el alivio fue notable y real.
Por primera vez en días, podía respirar sin apretar los dientes.
¿Era posible que aquel charlatán pueblerino poseyera alguna habilidad?
La sonrisa de Lennon se extendió por su rostro curtido, su expresión socarrona bajo las profundas arrugas.
«Me alegro de que se encuentre mejor, señor Wall», dijo frotándose las manos con satisfacción.
«Bueno, tengo asuntos urgentes en otra parte, así que si me disculpa…». Con una última sonrisa, salió de la habitación.
En cuanto salió, Lennon sacó la tarjeta bancaria de su abrigo como si fuera un tesoro sagrado y la sostuvo a la luz como si esperara que brillara. Sus ojos brillaban con una codicia sin límites.
Dos millones. ¡De una vieja cabra paralítica! Se rió para sus adentros y se guardó la tarjeta como si fuera la joya de la corona de su torcida carrera.
Veterinario de profesión, estaba acostumbrado a enderezar animales de granja: vacas, cabras. ¿Pero hoy? Hoy se había colado en la alta sociedad y había salido con una fortuna.
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Nota de Tac-K: Linda mañana queridas personitas, Dios les ama y Tac-K les quiere mucho.ヾ( ˃ᴗ˂ )◞ • *✰
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