El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 725
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Capítulo 725:
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Rápidamente soltó a Sadie, se incorporó y la ayudó a sentarse.
—¿Estás bien?
Su voz denotaba preocupación, aunque él no parecía darse cuenta.
Sadie inhaló bruscamente y se frotó la espalda dolorida. Aún no se le habían secado las lágrimas, y se las secó antes de mirar a Noah a los ojos. Su voz seguía firme, aunque distante. —Señor Noel, ¿qué le trae por aquí?
Noah dudó, incapaz de responder. Su asistente le había mencionado la presencia de Sadie en el balneario y, antes de darse cuenta, había seguido un impulso inexplicable que le había llevado hasta allí. Era como si algo ajeno a su control le hubiera atraído hasta ese lugar. Pero no estaba dispuesto a admitirlo. Su tono siguió siendo distante. —Solo he venido a descansar. Está sacando conclusiones precipitadas, señorita Hudson.
Sadie asintió levemente, sin insistir. —Si es así, ahora que se ha despertado, por favor, váyase. Esta es mi habitación. —Sus palabras fueron educadas, pero impersonales, como si se dirigiera a un extraño.
Algo se retorció en el interior de Noah. Una extraña e inexplicable irritación se apoderó de él. ¿Tenía tanta prisa por echarlo?
—Disculpa la intrusión —dijo él con frialdad, levantándose de la cama. Sin decir nada más, se dirigió hacia la puerta.
En la sala, Averi seguía absorto con sus juguetes. Cuando Noah apareció, el rostro del niño se iluminó con una sonrisa brillante e inocente. Sus ojos se curvó de una manera que provocó una extraña sensación de familiaridad en el pecho de Noah.
Se detuvo a medio camino. Esa extraña sensación lo invadió una vez más, algo que no podía definir. Pero antes de que pudiera darle vueltas, apartó ese pensamiento y se marchó, con pasos sorprendentemente inestables.
El chófer de Noah ya había llevado las maletas a su habitación. Al notar la mirada inquieta de Noah, se sintió perplejo, pero optó por guardar silencio y abstenerse de hacer preguntas. Noah entró en su habitación y cerró la puerta tras de sí. Cogió su teléfono y llamó a su asistente. —Necesito detalles sobre el hijo de Sadie, Averi.
Al otro lado, aunque momentáneamente desconcertado, el asistente respondió rápidamente: —Entendido, señor Noel. Me pongo a ello inmediatamente.
Mientras tanto, Sadie permanecía inmóvil en su suite del balneario. Si Noah estaba allí, eso significaba que su estrategia en la empresa ya debía estar en marcha. De repente, sonó su teléfono: era Blaine. Ella respondió y oyó su voz con tono burlón. —¿Qué tal las aguas termales? Espero que te estés relajando.
Como de costumbre, Blaine comenzó con un comentario desenfadado. Sadie esbozó una leve sonrisa y respondió con tono neutro: «Bien».
«A juzgar por tu respuesta, no parece muy impresionante», suspiró Blaine dramáticamente antes de cambiar de tema, con voz llena de intriga. «Pero, ya sabes, las cosas en la empresa se están poniendo bastante interesantes».
Una emoción se agitó en el interior de Sadie, aunque mantuvo la compostura. —¿Qué está pasando?
—dijo Blaine, con un tono travieso—. Ese viejo zorro, Coyle, está en serios problemas esta vez.
Sadie ya se lo esperaba, así que la noticia no la sorprendió. Manteniendo su compostura habitual, respondió: —Dame detalles.
«El Sr. Noel dejó claro que no tiene intención de continuar con el acuerdo», dijo Blaine, con un tono divertido. «Ni siquiera les concedió una reunión, simplemente rescindió el contrato sin dudarlo. Esta mañana, la oficina de Coyle era un auténtico caos. Malcolm y los demás accionistas no perdieron tiempo en acudir para «expresar su preocupación» en cuanto se enteraron de que Burgess Group se retiraba». Blaine relató con todo detalle la difícil situación de Coyle, con tono jovial.
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