El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 719
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Capítulo 719:
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Sadie sabía que Isabel tenía sospechas. Sintiéndose en conflicto, apartó los ojos llorosos.
Cuanta más gente supiera la identidad de Patrick, más peligro correría.
Después de pensarlo durante unos segundos, a Sadie se le ocurrió una mentira inofensiva. «No le des más vueltas, Isabel. Esa persona no es Noah. Se llama Patrick Noel y es el presidente del Grupo Burgess».
«Ah», murmuró Isabel, todavía un poco aturdida por el encuentro. Recordó la figura del hombre y el tono de su voz. Efectivamente, no se parecían del todo a los de Noah.
Aun así, esa sensación de familiaridad persistía en el fondo de su mente. —¿De verdad? —preguntó Isabel, todavía algo escéptica—. ¿Estás segura, Sadie?
Sadie vio la duda en los ojos de Isabel y habló con más firmeza. —Estoy segura. Es imposible que no reconociera a Noah. Patrick se le parece un poco, pero eso es todo. Definitivamente no son la misma persona.
Isabel solo estaba medio convencida, pero al ver lo tranquila y despreocupada que estaba Sadie al respecto, supuso que no estaba mintiendo. Isabel se relajó. Quizás había estado pensando demasiado. Al fin y al cabo, Noah ya había fallecido.
Suspiró y le dio una palmadita en la mano a Sadie. —Quizás estoy pensando demasiado. —Entonces decidió que lo mejor era cambiar de tema. —Sadie, este Patrick parece muy preocupado por tu bienestar —bromeó.
Sadie sonrió, pero no respondió. En cambio, volvió a cambiar de tema. —Se está haciendo tarde. Deberíamos irnos. A estas alturas, todo debería estar listo en el spa del resort.
Isabel asintió y se acercó para ajustarle el chal a Sadie. —Vamos, entonces. Nos vendrá bien despejar la mente un rato.
Sadie planeó en silencio su siguiente movimiento.
Estaba impaciente por ver cómo Coyle iba a arreglar el desastre que ella había dejado.
También sería el momento perfecto para tomarse un descanso después de tres años agotadores. Y lo que era más importante, podría pasar un tiempo de calidad con Averi, algo que necesitaba mucho.
Una sirvienta vio partir el coche en el que viajaban Sadie, Isabel y Averi e inmediatamente sacó su teléfono para marcar el número de Coyle. —Señor Wall, Sadie ha abandonado Wall Manor con Isabel y Averi.
Coyle estaba en su despacho, estudiando detenidamente las últimas tendencias del mercado bursátil. El informe de la sirvienta le hizo esbozar una sonrisa.
Que esas personas se marcharan era algo muy bueno, sin duda. Sería aún mejor que no volvieran nunca.
Sin el puesto de presidenta de la empresa, Sadie no era más que un león sin garras, incapaz de hacer nada.
La idea le produjo un inmenso placer a Coyle. —Entendido. Déjalos. Que nuestra gente se retire. —Y con eso, colgó el teléfono.
Sadie ya no era una amenaza.
Ahora debía centrarse en los avances de Sutton.
Coyle cogió el teléfono fijo y realizó una llamada interna. —Ve a ver cómo va Sutton. ¿Cómo van las negociaciones con el Grupo Burgess?
—Entendido, señor Wall. Voy para allá ahora mismo. El asistente no perdió tiempo y se marchó para cumplir con las instrucciones.
Coyle se recostó en su silla y observó su espaciosa oficina. Estaba viviendo la mejor época de su vida.
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