El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 711
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Capítulo 711:
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Los ojos cansados de Sadie se posaron en el documento: un contrato de transferencia de acciones. Ni siquiera fingían ser pacientes.
Una sonrisa irónica se dibujó en sus labios mientras decía con voz ronca: «Qué amable por tu parte, Briley, traerlo tú misma».
Sin dudarlo, Sadie agarró el bolígrafo y, con lenta determinación, firmó con su nombre.
Sadie parecía medio muerta en ese momento. Briley la miró fijamente, sintiendo una nueva oleada de ira.
¡Qué mujer tan despreciable! ¿Por qué no dejaba de fingir? La cuestión era que, aunque Alex ya se había acostado con Briley, su corazón pertenecía únicamente a Sadie.
Briley no deseaba nada más que ver desaparecer a su rival para siempre.
Sus ojos brillaron brevemente con malicia, pero puso cara de preocupación al acercarse.
—Sadie, ¿todavía te duelen las heridas? —preguntó Briley, acercando la mano a la espalda de Sadie.
Una mirada fría apareció en los ojos de Sadie. Esos trucos mezquinos le parecían patéticos y ridículos.
Justo cuando los dedos de Briley estaban a punto de rozar sus heridas, Sadie se giró bruscamente y extendió el brazo.
Un sonido seco y agudo resonó en la habitación cuando su palma aterrizó en la mejilla de Briley.
Briley abrió los ojos con sorpresa y se llevó inmediatamente la mano a la mejilla hinchada. —¡Cómo te atreves a abofetearme!
Sadie le lanzó una mirada que decía que no le importaba.
Cogió el contrato de transferencia de acciones de la mesa y se lo lanzó a Briley. Un trozo de papel suelto voló demasiado cerca y le cortó la otra mejilla con la esquina, dejando un fino rastro de sangre en su piel.
—Te lo advierto —dijo Sadie con voz gélida—. Si muero aquí hoy, ninguno de vosotros saldrá ileso. El mundo pensará que tú y tu querido padre me habéis llevado a la muerte solo para quedaros con los bienes familiares, y no se equivocarían. Cuando eso ocurra, ¿qué crees que pasará con el precio de las acciones del Grupo Wall?
Briley apretó los dientes. Aunque odiaba admitirlo, se sentía intimidada por la abrumadora presencia de Sadie.
Además, si Sadie moría allí, en Wall Manor, el mundo exterior sospecharía sin duda que ellos lo habían orquestado de una forma u otra. El precio de las acciones del Grupo Wall se desplomaría y podría incluso atraer investigaciones regulatorias.
No, eso no era lo que querían Briley ni Coyle.
Aun así, Briley se negó a ceder. —Tus palabras no son más que amenazas vacías. No me dan miedo. Los ancianos hicieron bien en castigarte por la deshonra que trajiste a esta familia. No tiene nada que ver con nosotros.
Sadie se burló. —¿Ah, sí? Más te vale que sea así. De lo contrario, te prometo que te perseguiré incluso desde la tumba.
Briley se quedó callada, aterrorizada por la mirada siniestra de Sadie. Furiosa por su reacción, dio media vuelta y salió furiosa de la habitación.
Se hizo el silencio.
Sadie exhaló lentamente, y sus nervios tensos finalmente se relajaron. Después de todo, ya no era la Sadie de hacía tres años. Ya no era la mujer a la que solían intimidar, la que prefería aguantarse todo sin luchar.
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