El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 705
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Capítulo 705
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—Este documento necesita su firma hoy —le informó.
Sadie tomó el expediente y lo hojeó distraídamente. Sin firmar, levantó la vista y preguntó: —¿Alguna novedad sobre Coyle y su hijo?
Samuel dudó un instante antes de responder. —Coyle está hoy en el hospital, junto a Sutton. No hay nada sospechoso. Sin embargo, últimamente se ha visto mucho a Briley cerca de la mansión Howe, como si estuviera investigando algo… —informó Samuel con sinceridad.
Sadie frunció aún más el ceño y se sintió inquieta. Que Briley estuviera husmeando en la mansión Howe solo podía significar problemas.
—Vigila de cerca a Briley e informa de cualquier cosa inusual.
—Entendido, señorita Hudson —respondió Samuel antes de marcharse.
Un día, Briley se encontraba una vez más frente a la gran entrada de la mansión Howe. Hacía tiempo que había perdido la cuenta de cuántas veces la habían rechazado. El mayordomo se mantuvo firme, con voz formal pero claramente irritada.
—Señorita Wall, ya se lo he dicho antes: el señor Howe no tiene tiempo para visitas. Por favor, váyase.
Briley esbozó una sonrisa forzada, luchando por controlar su frustración.
—Le prometo que es algo que Alex querría oír.
Sin embargo, el mayordomo no se inmutó y su paciencia se agotaba.
—Señorita Wall, por favor, no insista. La agenda del señor Howe no depende de mí.
Antes de que Briley pudiera replicar, el mayordomo llamó a seguridad.
Inmediatamente, se acercó un guardia, claramente dispuesto a escoltarla fuera de allí.
La expresión de Briley se tornó amarga, pero seguir discutiendo solo la deshonraría. Frustrada, se mordió el labio y apretó los puños.
Al final, retirarse era su única opción. Briley reprimió su rabia, decidida a cruzar los portones con confianza y compostura algún día, demostrando a todos que no era alguien a quien subestimar. Regresó a su casa.
Dentro del salón, Coyle estaba sentado cómodamente, revisando un documento, con una rara sonrisa que revelaba su buen humor.
La curiosidad de Briley pudo más que ella.
—Papá, ¿qué buenas noticias hay? —preguntó.
Coyle levantó la mirada y su sonrisa se amplió al ver a su hija. —Ven aquí, Briley. Tengo que enseñarte esto —dijo con entusiasmo.
Le pasó el documento a Briley.
Cuando Briley lo desdobló, sus ojos se abrieron con incredulidad. Era el acuerdo de transferencia de acciones de Wall Group, con el nombre de Sadie como destinataria.
Briley miró a su padre, atónita.
—Papá, ¿qué…?
Los labios de Coyle se curvaron en una sonrisa de satisfacción. —Sadie está acorralada, no tiene escapatoria.
El corazón de Briley se aceleró. Llevaba mucho tiempo guardando rencor a Sadie y ahora la victoria parecía estar al alcance de la mano. La idea la llenó de satisfacción.
Tras una breve pausa, Coyle añadió pensativo: —Por cierto, mañana me acompañarás a Wall Manor.
Briley arqueó una ceja, confundida.
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