El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 702
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Capítulo 702:
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Coyle se tambaleó como si le hubieran golpeado, y se le quedó el rostro pálido.
Su heredero, su único hijo, había sido destruido.
Sentía como si el cielo se hubiera abierto y se hubiera derrumbado sobre él.
Briley corrió a su lado y le agarró del brazo.
—¡Papá! ¿Estás bien?
Pero Coyle no pudo responder. Las palabras le fallaron. Sus pulmones se negaban a respirar.
Solo sentía el peso aplastante de la devastación presionándole el pecho.
Las horas se difuminaron en una noche de insomnio. Al amanecer, Sutton finalmente se movió.
Abrió los ojos y entonces lo vio.
«Mi pierna… ¿Qué…? ¿Dónde está mi pierna?». Su voz se elevó en un grito animal y desgarrador. «¡No, no! ¡La han cortado! ¡Me han cortado la pierna! ¡Lo pagarán! ¡Les haré pagarlo!».
Coyle estaba de pie junto a la cama de su hijo, temblando, con lágrimas resbalando silenciosamente por su rostro curtido.
—Sutton… no tengas miedo —logró articular, agarrando la mano de su hijo—. Estoy aquí. Y te lo juro, les haré pagar por cada gota de sangre.
Sutton se aferró al brazo de su padre, la desesperación convirtiéndose en furia.
—¡Venganza, papá! ¡Tienes que vengarme! ¡Fue Noah! —La voz de Sutton se quebró por la rabia y la incredulidad—. Ese bastardo… ¡no está muerto! ¡Está vivo! ¡Es Patrick! ¡Patrick Noel es Noah! ¡Él me hizo esto! ¡Él es quien me ha arruinado la vida!
Las palabras golpearon a Coyle como un puñetazo en el pecho. ¿Patrick… era Noah?
Se le heló la sangre. Su mente se aceleró.
—¡Cierra la boca! —ladró Coyle—. Estás delirando, ¿cómo podría Patrick ser Noah? ¿Has perdido completamente el juicio? Coyle intentó ocultar la conmoción que sentía.
Si era cierto…
Si Noah había sobrevivido…
Y si sabía lo que habían hecho tres años atrás…
Entonces toda su familia estaba viviendo con los días contados.
La rabia hería en la garganta de Coyle. Casi se ahoga con ella.
Mientras tanto, Sutton se aferraba a su padre como un hombre que se ahoga, y su voz se elevó en una súplica frenética.
—¡Te lo juro, papá! ¡Vi su cara! ¡Sé que era él! ¡Vino a por mí, él me hizo esto! —Las lágrimas corrían por el rostro de Sutton, descontroladas e incontrolables.
«¡Tienes que creerme! ¡Tienes que vengarme!». Coyle miró a su hijo, con expresión indescifrable.
Quería descartarlo. Considerarlo una tontería provocada por el trauma.
Pero los ojos de Sutton, salvajes, vidriosos, desesperados, no eran los de un mentiroso.
Algo se retorció dentro de Coyle.
Si Noah seguía vivo… Entonces, ¿quién estaba en la urna?
Respiró lentamente varias veces, agarrándose al bastón como si fuera un salvavidas. Luego, con una calma forzada, dijo: «Cuéntamelo todo. Exactamente lo que pasó. Sin omitir ningún detalle».
Sutton respiraba con dificultad. Su mirada era difusa, distante. Comenzó a relatar con detalle los acontecimientos de la noche anterior.
Coyle escuchaba, con el rostro cada vez más sombrío a medida que avanzaba la narración.
Pero cuando oyó a Sutton mencionar que Patrick lo había llamado «Sr. Wall», el corazón de Coyle se alegró al instante.
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