El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 696
✨ Nuevas novelas cada semana, y capítulos liberados/nuevos dos veces por semana.
💬 ¿Tienes una novela en mente? ¡Pídela en nuestra comunidad!
🌟 Únete a la comunidad de WhatsApp
📱 Para guardarnos en tus favoritos, toca el menú del navegador y selecciona “Añadir a la pantalla de inicio” (para dispositivos móviles).
Capítulo 696:
🍙 🍙 🍙 🍙 🍙
Todas sus reacciones desde entonces le resultaban extrañamente familiares a Samuel.
Un pensamiento inquietante cruzó por su mente.
¿Por qué la voz del Sr. Noel se parecía tanto a la del Sr. Wall?
El pulso de Samuel se aceleró.
Apartó ese pensamiento de su mente.
Con un gesto sereno, hizo una señal a los guardaespaldas.
—Retrocedamos por ahora. Que nadie se acerque a esta zona sin mi permiso.
Los guardaespaldas asintieron al unísono. —Sí, señor. En silencio, Samuel los alejó de allí.
Mientras tanto, Hailey había regresado sola a la villa suburbana.
La villa estaba iluminada, pero parecía inquietantemente vacía.
Sacó su teléfono.
No había respuesta de Noah.
Hailey frunció el ceño y una oleada de preocupación la invadió.
¿Qué estaba pasando? ¿Por qué no respondía? ¿Podría estar con Sadie?
La idea se le metió en la cabeza con fuerza.
¡No, eso no podía ser!
Noah detestaba a esa mujer.
Quizás simplemente estaba demasiado ocupado para darse cuenta de que tenía el teléfono.
Esa tenía que ser la explicación.
A pesar de sus intentos por tranquilizarse, una inquietud persistente la invadió. Dejó el teléfono y comenzó a caminar por la sala, perdida en sus pensamientos.
Al llegar la mañana, la luz del sol se coló por las persianas, iluminando suavemente el rostro de Sadie.
Abrió los ojos y vio un techo desconocido sobre ella. Sentía el cuerpo como si lo hubieran desmontado y vuelto a montar.
Sadie frunció el ceño y se incorporó lentamente hasta quedar sentada.
El aire aún conservaba un aroma débil y persistente.
Los recuerdos de la noche anterior, sensaciones familiares pero difusas, fueron llenando poco a poco su mente.
De repente, Sadie se quedó paralizada.
Recordó que la habían drogado, que su conciencia se había nublado y que luego todo se había fragmentado.
Recordó haber visto a Noah.
¡Sí, Noah!
Su corazón se aceleró y se quitó las sábanas apresuradamente.
Las sábanas blancas mostraban huellas vívidas e inconfundibles del fervor de la noche anterior. Instintivamente, Sadie buscó a Noah por toda la habitación.
Miró en la cama, en el baño, en el vestidor… No había ni rastro de nadie.
Se le encogió el corazón.
Mientras se acercaba a la cama, sus ojos se posaron inadvertidamente en el suelo.
Allí yacía una máscara plateada.
Era idéntica a la que siempre llevaba Patrick.
¿Podría ser… que el hombre de la noche anterior no fuera Noah, sino Patrick?
Sin embargo, ese rostro borroso… No podía haberse equivocado.
Sadie apretó la máscara con fuerza, con el corazón oprimido por la confusión y el temor.
En ese momento, unos golpes en la puerta interrumpieron sus cavilaciones.
—Señorita Hudson, ¿está despierta? —se oyó la voz de Samuel. Se tomó un momento para calmar sus nervios.
.
.
.