El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 694
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Capítulo 694:
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Noah permaneció impasible, con la mirada fría fija en la puerta que tenía delante. Con un movimiento rápido, la abrió de una patada y el estruendo resonó en toda la habitación.
Un olor espeso y sofocante asaltó sus sentidos cuando la puerta se abrió hacia dentro. Su expresión se ensombreció.
Bajo la tenue luz, Noah vio a un hombre corpulento tendido en la cama, manoseando a la mujer que yacía debajo de él.
La frágil figura bajo el bruto temblaba, con la ropa en desorden: era Sadie.
Una oleada de rabia ardiente recorrió a Noah, hinchándole las venas de las sienes.
La furia lo consumió.
Sin dudarlo un instante, se acercó, agarró al matón por el cuello y lo lanzó al otro lado de la habitación como si fuera un muñeco de trapo.
El hombre se estrelló contra el suelo y soltó un grito gutural.
La mirada de Noah se volvió más fría cuando se volvió hacia la cama.
Sadie yacía inconsciente, con las mejillas enrojecidas y la respiración superficial y entrecortada.
La tela rasgada dejaba al descubierto franjas de su piel, enrojecida con un inquietante color.
Al verla, Noah sintió un doloroso nudo en el pecho.
Se quitó la chaqueta y la colocó con ternura sobre Sadie, protegiéndola del aire frío.
El matón que yacía en el suelo se incorporó rápidamente, con el terror reflejado en el rostro.
Antes de que pudiera hacer ningún movimiento, la mirada penetrante de Noah se clavó en él, dejándolo paralizado. Su respiración se entrecortó y todo su cuerpo se tensó por el miedo.
Unos instantes después, Samuel entró y asimiló la espantosa escena en un santiamén. Sin decir palabra, agarró al matón y lo arrastró fuera de la habitación.
En su frenética lucha, el matón cerró de un golpe la puerta del dormitorio.
Noah se agachó y levantó con cuidado a Sadie en brazos.
Su cuerpo febril se apretó contra él y su débil fragancia se aferró a él como un hechizo.
Instintivamente, la abrazó con más fuerza, sintiendo una oleada de emoción ante el calor familiar.
Mientras la miraba, no pudo evitar fijarse en su belleza etérea: las líneas perfectas de su rostro, su piel de porcelana brillando débilmente bajo la suave luz. Sus labios entreabiertos temblaban y un leve gemido se escapó de ellos a medida que su fiebre aumentaba.
Esa frágil imagen desbloqueó un vago recuerdo enterrado en lo más profundo de él, y el corazón de Noah dio un vuelco.
Justo cuando se disponía a marcharse, Sadie se movió, sintiendo el calor recorrer su cuerpo mientras se retorcía débilmente entre sus brazos.
Sus pestañas se abrieron, revelando unos ojos nublados por la fiebre. Lo primero que vio fue la máscara plateada y los ojos oscuros y familiares que había detrás. Algo en ellos la atrajo, algo extraño y familiar a la vez.
Quería ver el rostro que se ocultaba debajo, pero antes de que pudiera pensar, su cuerpo se acurrucó instintivamente contra el calor que la envolvía. Un suave murmullo escapó de sus labios. —Noah…
Noah se tensó.
¿Acababa de pronunciar su nombre?
En la exposición de joyas Glory, pensó que había sido una alucinación.
Pero esta vez, el sonido era claro, innegable.
¿De alguna manera sabía su verdadera identidad?
Su pulso se aceleró, sus emociones se agitaron.
Aferrándose a su cuello, Sadie se apretó contra él, con voz débil y frágil. —Noah… me siento fatal…
La desesperación en su tono hizo que Noah se estremeciera.
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