El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 688
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Capítulo 688:
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Una ola de frío terrorífico lo invadió, vaciando su rostro de color.
Sutton levantó la cabeza bruscamente, con la furia ardiendo en su mirada.
—¡Papá, Hailey me ha engañado! —espetó con voz ronca, apretando los dientes con fuerza, conteniendo a duras penas las ganas de destrozar a Hailey.
Coyle observó el aspecto devastado de Sutton y, aunque seguía irritado, su enfado se calmó un poco.
No tenía sentido sermonearlo ahora: lo prioritario era controlar los daños.
—Muy bien, levántate —ordenó Coyle, con la voz aún teñida de desaprobación a pesar del tono más moderado.
—Por suerte, Sadie pasó el proyecto del Grupo Burgess a nuestro departamento. Blaine apareció de la nada.
El humor de Coyle se agrió en cuanto mencionó el nombre. Frunció aún más el ceño y la amargura se filtró en su voz.
—Pero ese joven mimado carece de competencia real.
El desprecio prácticamente goteaba de las palabras de Coyle, sin dejar lugar a dudas sobre la poca consideración que tenía por Blaine.
—Esta vez, no seas descuidado —advirtió con voz afilada como una navaja—. Si vuelves a estropearlo todo, habrá consecuencias.
Sutton acababa de ponerse en pie, temblando todo mientras asentía rápidamente con la cabeza.
—Papá, confía en mí. ¡Esta vez no te fallaré!
Coyle se burló con dureza y, apoyándose en su bastón, salió furioso de la habitación.
Sutton fijó la mirada en el acuerdo de asociación que tenía en las manos.
¡Hailey! ¡Esa mujer miserable! ¡Se aseguraría de que pagara!
Cogió el teléfono y marcó un número apresuradamente.
—¿Señor Wall? —se oyó una voz deferente.
—Asegúrese de que Hailey entiende a lo que se enfrenta —ordenó Sutton con severidad.
Hailey no tenía ni idea de que Sutton planeaba vengarse de ella. Su atención se centraba en Noah, que parecía dispuesto a marcharse.
—Noah, ¿adónde vas? —preguntó con un tono falsamente preocupado.
Noah cogió tranquilamente su chaqueta y respondió: —Voy a ver a Sadie.
Una sombra cruzó el rostro de Hailey al oír el nombre de Sadie, pero rápidamente la disimuló con una suave sonrisa.
—¿Te importa si te acompaño? —preguntó con cautela, con un tono esperanzado.
Noah dudó un momento, mirándola como si estuviera sopesando sus opciones.
El pulso de Hailey se aceleró.
Quería ver si la actitud de Noah hacia Sadie se había suavizado. Para proteger sus propios intereses, necesitaba saber si Noah seguía siendo leal a ella. Tras una pausa, él asintió ligeramente con la cabeza.
—De acuerdo, vamos juntos.
Hailey sintió una oleada de alivio y emoción y sonrió radiante.
—Gracias, Noah —respondió dulcemente, enganchando su brazo al de él. Pronto llegaron al restaurante George’s, donde les recibió un ambiente refinado y una música suave.
Un camarero se acercó rápidamente y les condujo a su mesa.
Hailey miró a su alrededor, pero Sadie no estaba por ninguna parte.
Qué raro… ¿Se había retrasado Sadie?
Noah se sentó en su silla con tranquila confianza, irradiando serenidad.
Hailey hizo lo mismo, aunque una sensación de inquietud la invadió.
Algo definitivamente no estaba bien.
—Noah, necesito ir al baño —dijo de repente.
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