El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 685
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Capítulo 685:
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El contrato era hermético: el trato estaba cerrado.
¿Cómo era posible?
Sutton había prometido que Burgess Group rechazaría la oferta de Sadie.
¿Qué había salido mal?
Sadie carraspeó, con voz suave pero audible para todos los presentes.
—Señores, el puesto de director general lleva vacante un tiempo. El Sr. Ralph Castro y yo hemos acordado que Blaine asumirá el cargo.
La conmoción se extendió por la sala.
Todas las miradas se dirigieron hacia Blaine, que esbozó una sonrisa pícara y un guiño juguetón.
Los accionistas intercambiaron miradas cómplices y murmuraron entre ellos.
Al fin y al cabo, Blaine era el nieto de Ralph, y parecía inevitable que un Castro ocupara el cargo de director general.
Aun así, Blaine no encajaba en la imagen de un líder competente.
Coyle apretó los puños y su expresión se oscureció por la furia.
Esa mujer intrigante había cruzado la línea.
Había organizado cuidadosamente esta reunión para destituir a Sadie y nombrar a Sutton director general.
Sin embargo, Sadie había sorprendido a todos al nombrar a Blaine en su lugar.
Toda su estrategia se había ido al traste.
La frustración se apoderó de Coyle, llevándolo al límite.
Mientras tanto, Sadie, ajena o indiferente a la tormenta que se avecinaba, siguió adelante con naturalidad.
—En cuanto a la próxima colaboración con el Grupo Burgess, Sutton, el director del departamento de logística, será el único responsable.
¿Qué? ¿Le estaba ofreciendo a Sutton un premio de consolación para suavizar el golpe? La rabia hervía dentro de Coyle, pero se contuvo, sabiendo que debía aguantar por el bien de su hijo.
Satisfecha con el resultado, Sadie se levantó de su asiento y concluyó con brusquedad: «Eso es todo por hoy. Se levanta la sesión».
Sin mirar a los asistentes, salió con aire seguro.
Blaine la siguió poco después, tan despreocupado como siempre.
La reunión se disolvió abruptamente, dejando a Coyle paralizado, pálido de ira e incredulidad.
Había pasado meses tramando un plan, solo para ser superado sin esfuerzo por Sadie.
Hierve de resentimiento, incapaz de aceptar el amargo sabor del fracaso, pero impotente para revertirlo. No, de ninguna manera iba a dejar pasar esto. Nunca se rendiría tan fácilmente.
Afuera, mientras Sadie y Blaine caminaban por el pasillo, Blaine se puso de humor juguetón.
—Estuviste brillante ahí dentro, Sadie. Le has dejado a Coyle sin color en la cara.
Sadie mantuvo la concentración y siguió caminando con paso firme hacia el ascensor.
—Tu oficina está en la planta 17 —dijo secamente—. Te he asignado una asistente. Es competente y de confianza.
A Blaine no le importaba en absoluto quién fuera la asistente. Lo que le intrigaba era la propia Sadie: tranquila, fría y eficiente, tal y como había sido en la junta de accionistas, en marcado contraste con la descripción que había hecho su abuelo de una mujer delicada que necesitaba protección.
Sadie era claramente una mujer hermosa y formidable.
Blaine la observó alejarse con una sonrisa divertida. Le guiñó un ojo a su figura antes de bajar las escaleras.
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