El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 671
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Capítulo 671:
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—Alex, no estés triste —murmuró Briley, con voz llena de ternura.
Le envolvió la mano con la suya, con un apretón reconfortante.
Su mirada, nublada e incierta en la penumbra, luchaba por identificarla.
En su estado de embriaguez, la confundió con Sadie.
¿Era realmente ella?
«¿Sadie?», murmuró Alex.
De repente, agarró la mano de Briley con una fuerza sorprendente.
Una oleada de alegría recorrió a Briley.
¡Había caído en la trampa! No importaba que la hubiera confundido con otra mujer.
Decidió no corregirlo. En cambio, se inclinó hacia él, con el cuerpo casi tocando el suyo.
—Soy yo, Alex.
Envuelto en la niebla del alcohol, Alex luchó por reconocer a la persona que tenía delante.
Lo único que sabía era que veía a Sadie, la mujer que rondaba todos sus pensamientos, a la que echaba tanto de menos.
—Sadie, no me dejes.
La voz de Alex, llena de un miedo infantil al abandono, le hizo aferrarse a Briley.
Briley se tensó al principio ante su abrazo, pero rápidamente se recompuso.
Una sutil sonrisa triunfante se dibujó en sus labios.
Tranquilizó a Alex dándole suaves palmaditas en la espalda.
—No lo haré, Alex. No te dejaré.
Alex la abrazó con más fuerza, agarrándola con fuerza.
Enterró la cara en el cuello de Briley, respirando profundamente, absorbiendo su aroma.
Una y otra vez, susurró: «No me dejes, Sadie, no me dejes».
Briley dejó que la abrazara, con una sonrisa cada vez más seductora, mezclada con emoción.
Para muchas mujeres, ser abrazada por un hombre como Alex era un sueño.
Ahora, ella lo había hecho realidad sin esfuerzo.
Alex permaneció en los brazos de Briley durante mucho tiempo.
Finalmente, el alcohol tomó el control por completo.
Se sumió en un sueño profundo, con la respiración pesada e irregular.
Briley sintió que su cuerpo se relajaba por completo en su abrazo y, con cuidado, le ayudó a sentarse.
Su peso era difícil de manejar.
Consiguió llevar a Alex a un hotel cercano y, con esfuerzo, lo acostó en una cama mullida.
Él seguía sin responder.
Briley observó la lujosa suite, fijándose en cada detalle.
Sintiéndose satisfecha, sacó su teléfono de su bolso y tomó varias fotos sugerentes de Alex y ella misma en la cama.
Eligió cuidadosamente los ángulos y utilizó la tenue iluminación para realzar el encanto de las imágenes.
Después de guardar las fotos, guardó su teléfono, con una sonrisa pícara en los labios.
Esas imágenes le darían ventaja.
«Alex, no escaparás de mí», murmuró.
Briley se dio la vuelta para salir de la habitación.
Cuando llegó a la puerta, un movimiento repentino detrás de ella la hizo detenerse.
Alex se había despertado.
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