El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 668
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Capítulo 668:
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La mezcla de tristeza y emoción en sus ojos parecía genuina.
Hailey le entregó un documento con naturalidad.
—Noah, aquí tienes una lista de los proyectos en curso del Wall Group. Conseguí hacértela llegar.
Noah miró el documento y frunció el ceño.
—¿Cómo lo has conseguido?
—Tengo mis fuentes —respondió ella con un aire misterioso—. No preguntes. Échale un vistazo.
Noah no insistió y se llevó el documento arriba.
Hailey se sirvió una copa de vino tinto con una sonrisa de satisfacción en los labios.
Sonó su teléfono.
Era Sutton.
—Sutton, ¿qué tal? —respondió con tono indiferente.
La profunda voz de Sutton resonó a través del teléfono.
—Hailey, recuerda lo que me prometiste.
Ella frunció el ceño, claramente molesta.
—Claro, lo recuerdo —respondió.
Con unas pocas palabras despectivas, terminó la llamada.
Sutton ya no le era útil.
Ya había conseguido la información privilegiada que necesitaba del Wall Group.
Ahora solo necesitaba tiempo para jugar bien sus cartas.
Al otro lado, Sutton hervía de ira.
Esta mujer, que tres años atrás había dependido tanto de él, ahora lo trataba con fría indiferencia.
El pecho le temblaba de ira mientras cogía un paquete de cigarrillos de la mesa, encendía uno e inhalaba profundamente, dejando que la nicotina calmara su furia.
Hailey se estaba volviendo cada vez más desdeñosa con él.
Si no le siguiera siendo útil, habría cortado toda relación con ella hacía mucho tiempo.
En ese momento, se abrió la puerta.
Al ver a Coyle regresar con expresión sombría, Sutton se acercó con cautela.
—Papá, ¿qué ha pasado?
Coyle permaneció en silencio, con el rostro serio.
Sutton intuyó inmediatamente que algo iba mal, y una sensación de temor se apoderó de él.
Entonces, su teléfono vibró con una notificación.
Anunciaba que Coyle había estado en Wall Manor para rendir un solemne homenaje a Noah.
La foto que acompañaba la noticia mostraba a Coyle con aspecto sombrío y respetuoso.
Una ola de ira invadió a Sutton.
En un arranque de furia, tiró el teléfono al suelo, rompiendo la pantalla.
«¡Sadie ha ido demasiado lejos!», exclamó Sutton, con voz aguda por la ira. No podía aceptarlo. Ahora toda la ciudad sabía que su padre había inclinado la cabeza ante Noah, una humillación total.
El rostro de Coyle se oscureció aún más ante el arrebato de Sutton.
«¡Cállate!», rugió.
Sutton retrocedió, silenciado por el temperamento explosivo de su padre.
Coyle respiraba con dificultad, lleno de rabia.
No había previsto que Sadie lo humillara públicamente de esa manera. Una desgracia así no tenía precedentes en su vida.
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