El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 638
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Capítulo 638:
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Briley comenzó a replicar acaloradamente. —Tú…
—¡Briley! —Sutton intervino rápidamente, mirándola con una mirada que le indicaba que se callara.
Briley apretó los dientes, mirando a Sadie con ira, pero permaneció en silencio. Coyle se sorprendió por la compostura de Sadie y su expresión se tornó tormentosa. Se rió con frialdad. —Sadie, sin duda tienes una lengua afilada. No me extraña que Noah te eligiera. —Su tono estaba cargado de burla.
Con esas palabras, pasó junto a Sadie con su séquito y se dirigió hacia el ascensor.
Sadie tenía una expresión fría como el acero mientras se dirigía hacia el ascensor. Tina, que apenas había dado un paso, se quedó clavada en el sitio. ¿Había oído bien? ¿La esposa de Noah? Coyle había llamado a Sadie «esposa de Noah». Pero ¿no estaba Noah saliendo con Kyla? ¿Qué demonios estaba pasando allí?
Los pensamientos de Tina giraban vertiginosamente, enredados en una red de preguntas sin respuesta. Y, sin embargo, bajo la confusión, había un destello de expectación, una emoción que no podía explicar. Independientemente de las especulaciones, un hecho seguía siendo indiscutible: Sadie era la esposa del presidente de la empresa.
Sadie entró en el pasillo donde se encontraba la sala de conferencias, con una tranquila determinación. Cuando se abrieron las puertas del ascensor, su mirada se posó en la puerta cerrada de la sala. Un murmullo de voces se filtraba desde el otro lado. Ajustándose el vestido con un movimiento rápido y experto, empujó la puerta.
Dentro, la sala ya estaba repleta de gente. Los accionistas y altos ejecutivos de Wall Group llenaban el espacio, y sus susurros se arremolinaban como una corriente subterránea de incertidumbre. Sus expresiones iban desde la cautela hasta la curiosidad.
Sin dudarlo, Sadie se dirigió a la cabecera de la mesa, seguida de Samuel, que la seguía a un paso. Bajo el peso de innumerables miradas, Sadie se sentó en la silla, imperturbable y serena.
Su presencia irradiaba autoridad, y su confianza inquietaba a algunos de los accionistas y ejecutivos, que intercambiaban miradas curiosas. Algunos de ellos conocían la relación de Sadie con Noah, pero la mayoría pensaba que solo había sido la secretaria de Noah y que había dimitido hacía mucho tiempo. ¿Cómo se atrevía una simple secretaria a sentarse en la silla del presidente?
Coyle no había previsto que Sadie fuera tan audaz. Sentado a un lado de la mesa de conferencias, entrecerró los ojos, con un destello de malicia en la mirada. Esta mujer no era un peón cualquiera.
Sadie recorrió la sala con la mirada, tamborileando ligeramente con los dedos sobre la madera pulida.
—Samuel —dijo con voz suave y deliberada—. Diles quién soy.
—Sí, señora Wall —respondió Samuel con tranquila reverencia antes de dar un paso adelante.
—Tranquilos todos. La señora que tienen ante ustedes es la esposa legítima del señor Wall, la señora Sadie Wall. El señor y la señora Wall llevan casados seis años, aunque nunca se ha hecho público.
Un murmullo recorrió la sala. Los ojos se abrieron como platos. Los murmullos se convirtieron en una ola de incredulidad.
—¿Noah estaba casado? —susurró alguien.
—¿Y con Sadie?
Los accionistas y ejecutivos intercambiaron susurros, alzando la voz con sorpresa.
—¿El señor Wall tiene esposa? ¿Desde cuándo?
—Lo han ocultado muy bien, no tenía ni idea.
—¿No era Sadie solo su secretaria? ¿Cómo ha podido…?
—Esto será una pesadilla para Coyle. No se lo tomará a la ligera.
La expresión de Coyle se ensombreció y las comisuras de sus labios se curvaron en una mueca de desprecio.
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