El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 634
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Capítulo 634:
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El tiempo no estaba de su parte.
Pero las cosas no salieron tan bien como Sadie esperaba.
Cuando llegaron al hotel, el sirviente de Isabel les bloqueó el paso.
—La señora Wall no tiene ningún interés en verlos —dijo con desdén.
Sadie apretó la mandíbula.
Sin dudarlo, empujó al sirviente y entró furiosa.
Samuel la seguía de cerca, protegiéndola de cualquier interferencia.
—Sadie, ¿qué significa esto?
Isabel, sentada en el sofá del salón, estaba furiosa. —Samuel, ¿tú también me traicionas?
Sadie se adelantó y dejó caer un documento sobre la mesa.
—Esto es un contrato de transferencia de acciones.
Isabel echó un vistazo al documento y estalló.
—¡Sadie, no sabía que fueras tan ambiciosa! Noah ni siquiera ha muerto y tú ya estás tramando quedarte con sus acciones. Al menos Coyle lleva nuestro apellido. Prefiero confiarle la empresa a él que a una extraña como tú».
A Sadie le dolía el corazón, pero contuvo la ira.
Dando un golpe en la mesa con la palma de la mano, siseó: «¡Firmarás hoy, quieras o no!».
—¡Cómo te atreves! —exclamó Isabel, sorprendida por la audacia de Sadie.
Con una risa amarga, Isabel arrebató el contrato y lo hizo pedazos.
—¡Sigue soñando! —se burló Isabel y le arrojó los trozos a Sadie—. Eres una vergüenza: traicionaste a Noah y diste a luz al hijo de otro hombre. No mereces las acciones de su empresa. ¡Vete!
Sadie temblaba, con el rostro pálido como la cera, mientras los sentimientos reprimidos durante años afloraban con fuerza.
—¡Averi es el hijo biológico de Noah! —gritó Sadie con voz ronca por la desesperación—. Si no me crees, podemos hacer una prueba de ADN.
La habitación quedó en un silencio ensordecedor.
Isabel abrió mucho los ojos y su cuerpo se balanceó ligeramente, como si la hubieran golpeado.
Samuel, paralizado, luchaba por asimilar la revelación.
—No… eso no es posible… —balbuceó Isabel tras una larga pausa, con voz apenas audible.
—¡Estás mintiendo! —chilló Isabel, presa del pánico—. ¡Averi no puede ser hijo de Noah!
Sadie cruzó los brazos, con una sonrisa fría en los labios.
—¿Por qué no? —replicó con frialdad—. Hace tres años, Noah no quería a este niño, así que me fui del país para protegerlo. Tengo pruebas: el certificado de nacimiento de Averi, los registros médicos… Todo confirma que Noah es el padre.
Isabel se tambaleó y se apoyó en un mueble para no caer. Su mente se llenó de imágenes del rostro inocente de Averi. ¿Era posible que ese niño fuera hijo de Noah? Pero ella había encargado una prueba de ADN que había demostrado que no había ningún vínculo sanguíneo entre él y Noah. ¿Cómo podía explicarse?
Sus pensamientos se agolpaban en su mente y la confusión nublaba su vista.
—¡Kyla me trajo el informe de la prueba de ADN! —gritó Isabel.
—¡No puede ser falso! ¡Mujer manipuladora, deja de inventar mentiras!
La expresión de Sadie se ensombreció, con una pizca de diversión bajo su mirada.
—¿No te «ayudó» Kyla a resolver una situación complicada hace diez años? —preguntó Sadie con voz sarcástica—. ¿No te pareció extraño que una abogada novata tuviera la capacidad de lidiar con la mafia?
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