El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 622
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Capítulo 622:
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Noah tragó el nudo que tenía en la garganta y se quedó en silencio durante un rato. «Mantenga esta noticia en secreto por ahora. Dígale a Samuel que vigile la rama de la familia en Zupren».
«Entendido, señor Wall».
Con eso, el médico se marchó y Noah entró en la habitación del hospital.
Nigel llevaba una mascarilla de oxígeno y la sombra de la muerte se cernía sobre su cama de hospital.
—Abuelo —dijo Noah en voz baja mientras se sentaba junto a la cama y tomaba la mano del anciano.
Nigel abrió lentamente los ojos. —Estás aquí, Noah. —Su voz era tan débil que apenas se oía—. ¿Y dónde está Sadie?
Los ojos de Noah parpadearon. Bajó la cabeza para evitar la mirada de su abuelo. —Sadie no se encuentra bien últimamente. Pensé que sería mejor que se quedara en casa descansando.
Nigel lo miró fijamente durante unos segundos y luego suspiró.
—¡Noah! —lo reprendió, con voz repentinamente más clara y fuerte—. Debes cuidar bien de Sadie. Su abuelo fue un benefactor de la familia Wall. Yo ya le fallé; tú no debes hacer lo mismo con Sadie.
La voz de Nigel resonó con autoridad y pronunció cada palabra con gran énfasis.
El corazón de Noah se hundió. Su mente se remontó a tres años atrás.
En aquel momento, Kyla acababa de regresar del extranjero y había acusado a Sadie de difundir rumores en el extranjero para arruinar su reputación, supuestamente por celos. Por la deuda que tenía con Kyla, Noah siempre había tratado de cuidar de ella, a menudo a costa de Sadie. Había descuidado a Sadie todas esas veces, solo para que Kyla conspirara con Ryder para matar a Sadie.
La expresión de Noah se ensombreció al pensar en eso. Respiró hondo y enderezó los hombros, como si hubiera tomado una decisión importante. —No tienes nada de qué preocuparte, abuelo. Cuidaré bien de Sadie. No dejaré que vuelva a sufrir ningún agravio en esta vida.
Nigel lo observó durante un momento antes de asentir con alivio. Luego sonrió, como si por fin se hubiera quitado un peso de encima. —¡Bien! Me alegro de oírlo.
En los días siguientes, parecía como si Noah hubiera desaparecido de la faz de la tierra. Sadie se encargó de todos los preparativos del funeral ella sola, con su sola determinación.
Había perdido algo de peso y tenía los ojos enrojecidos, pero hasta el momento no había derramado ni una lágrima más.
En el funeral, Alex se acercó, mostrando su preocupación desde el primer momento. —Mi más sentido pésame, Sadie —dijo en voz baja, con su tono amable y gentil de siempre—. Espero que encuentres paz en medio de tu pérdida.
Cuando Sadie lo miró, sus ojos estaban vacíos y distantes. —Gracias, Alex.
Verla así le partió el corazón. Alex quería tomarla en sus brazos y ofrecerle consuelo, pero se contuvo en el último momento. No quería hacerla sentir incómoda.
—Si necesitas ayuda con algo, solo dímelo. No intentes cargar con todo tú sola.
—Estoy bien —respondió Sadie—. De verdad. Por muy generoso que fuera Alex, ella no quería cargarlo con sus problemas. Y lo que era más importante, no quería deberle nada a nadie.
—Gracias por venir a ver a mi abuela. Debes de estar muy ocupado con el trabajo. Deberías volver.
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