El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 618
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Capítulo 618:
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Mientras se daba la vuelta para marcharse, echó un vistazo a Kyla, que yacía en el suelo, con una mezcla de emociones cruzando su rostro. Salió rápidamente para ejecutar las órdenes.
«Ejem… Ejem… Ejem…».
Kyla tosió violentamente, cada respiración parecía una lucha por la vida.
Su cuerpo temblaba y las lágrimas corrían por su rostro sin control.
Tardó unos segundos en recuperar el aliento por completo.
Levantando la vista hacia el hombre insensible que se alzaba sobre ella, Kyla suplicó una vez más: «¡Noah, por favor! ¡Perdóname! Te prometo que me iré ahora mismo y nunca volveré…».
Su voz era ronca y débil.
Noah la miró, con los ojos desprovistos de cualquier atisbo de calidez, llenos solo de desprecio.
«Confesar es tu única oportunidad de redención. De lo contrario, nadie podrá ayudarte».
Kyla se estremeció violentamente, su renuencia era palpable.
Temía la ruina de su vida, temía los confines de una prisión. Abrumada por el miedo, no veía escapatoria ante el hombre despiadado que tenía delante.
De repente, estalló en una risa histérica. —¿Confesar? ¿En serio? Noah, deja de fingir que eres el bueno. Tú estás detrás de todo esto. Kyla levantó la cabeza y miró a Noah con intenso odio.
—¡Si alguien es culpable, ese eres tú! ¿Me echaste toda la culpa para encubrir tus crímenes? Hace tres años, sin tu indulgencia, ¿habría tenido siquiera la oportunidad de hacerle daño a esa zorra de Sadie? —gritó, con la voz cargada de resentimiento.
—En cuanto volví del extranjero, descubrí que te habías enamorado de esa zorra. Entonces no pude afrontarlo… Ahora, con la abuela de Sadie muerta, el karma ha hecho su trabajo. Ha recibido su merecido. Intentó robarme lo que era mío por derecho. Si no hubiera sido por ella, ahora sería tu mujer.
Mientras hablaba, Kyla se iba alterando cada vez más, perdiendo toda la compostura.
—¡Ojalá ella también estuviera muerta! ¡Muerta! ¡Que se vayan todos al infierno!
Su risa se volvió maníaca, su voz aguda y desquiciada. Noah observó a la mujer histérica, con expresión sombría y amenazante. Apretó los puños, temblando mientras luchaba por controlar sus emociones.
Se volvió hacia los guardaespaldas, con voz mesurada pero firme. —No hace falta que se entregue. Llevadla a Boxing Street, en Wheosia. Que se las arregle allí por su cuenta».
Los ojos de los guardaespaldas se abrieron con incredulidad.
¿Boxing Street, en Wheosia?
Era un barrio marginal de mala fama, refugio de los personajes más repugnantes.
Enviar a Kyla allí era equivalente a una sentencia de muerte.
«¡No! ¡Noah, no puedes hacerme esto! ¡No puedes!».
Los ojos de Kyla se abrieron con terror ante la orden de Noah. Gritó:
—Noah, te salvé la vida. No puedes ser tan cruel e ingrato.
Los dos guardaespaldas eran altos y de hombros anchos, pero a juzgar por las venas que se les marcaban en los brazos, era evidente que estaban haciendo un gran esfuerzo solo para retener a Kyla.
Aun así, ella siguió luchando, retorciéndose y agitando los brazos mientras gritaba obscenidades. Su comportamiento distaba mucho de su imagen habitual, dulce y delicada.
Noah no prestó atención a sus gritos. Simplemente se dio la vuelta y se alejó.
«¡No, no lo hagas! ¡Noah, no puedes hacerme esto!». Kyla lloraba desesperada, con la voz ronca pero a la vez penetrante.
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