El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 613
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Capítulo 613:
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Se le encogió el pecho. Sentía como si hubiera ocurrido algo importante.
Sadie se alejó en silencio, tomándose un momento para recomponerse. Como Noah la había ayudado, sacó su teléfono y marcó su número al salir del hospital.
Al pasar por la sala de urgencias, una camilla pasó a toda velocidad. Algo duro cayó al suelo cerca de los pies de Sadie. Instintivamente, miró hacia abajo. Un colgante de jade familiar yacía en silencio a sus pies. Era una magnolia blanca, el recuerdo que Laura siempre llevaba consigo, un regalo de su abuelo que simbolizaba su afecto y que nunca se separaba de ella.
Temblando, Sadie se agachó para recoger el colgante. Levantó la vista hacia la camilla; una persona mayor yacía sobre ella, con el rostro cubierto de sangre, irreconocible. Sadie sintió un violento temblor en el corazón.
—¿Hola? Sadie, ¿qué pasa? —La profunda voz de Noah sonó a través del teléfono cuando se conectó la llamada.
Sadie parecía no responder, su mente estaba en blanco. El teléfono se le resbaló de las manos. Haciéndolo caso omiso, corrió hacia la sala de reanimación.
—¡Abuela! ¡Abuela! —En su corazón, llamaba a su abuela, pero su voz no le respondía.
Llegó un poco tarde. Cuando llegó a la sala de reanimación, la camilla ya había sido introducida en ella.
Noah esperaba la respuesta de Sadie, pero como ella había dejado caer el teléfono, solo podía oír un ruido indistinto, sin la voz de Sadie. Frunció profundamente el ceño.
«¿Sadie? ¿Sadie?», repitió al teléfono. No se oyó nada al otro lado.
—¿Samuel? ¿Dónde está Sadie? —preguntó Noah con urgencia.
Samuel miró el reloj y respondió: —Sr. Wall, los guardaespaldas han acompañado a la Sra. Wall al hospital. Creo que todavía está allí.
—¡Al hospital! —ordenó Noah.
Noah corrió al hospital e inmediatamente vio a Sadie sentada fuera de la sala de reanimación. Estaba desplomada en una silla, con el cuerpo tembloroso y los ojos rojos e hinchados. Apretaba algo con fuerza en la mano. Verla así le partió el corazón a Noah.
Estaba a punto de acercarse y preguntar qué pasaba cuando se abrieron las puertas de la sala de reanimación. Un médico agotado salió y se quitó la mascarilla, con el rostro marcado por el dolor.
—Lo siento, señora, pero hemos hecho todo lo posible —dijo con voz cargada de pesar—. La señora Stewart sufrió una hemorragia interna masiva. A pesar de nuestros esfuerzos, no ha sobrevivido. Si la hubieran traído aquí veinte minutos antes, quizá habría habido alguna posibilidad. Por desgracia, era demasiado tarde.
Sadie se levantó rápidamente, pero sus piernas, debilitadas por estar sentada durante tanto tiempo y por el dolor abrumador, le fallaron y tropezó. Noah se apresuró a sostenerla.
Sin embargo, Sadie lo empujó con fuerza, como si le hubieran dado una descarga eléctrica. Las lágrimas corrían por su rostro mientras se dirigía hacia la sala de reanimación.
Dentro, un cuerpo yacía oculto bajo una sábana blanca. Con manos temblorosas, Sadie retiró lentamente la sábana. Debajo yacía Laura, con su rostro bondadoso ahora inmóvil.
—¡Abuela! —Abrumada por el dolor, Sadie se derrumbó junto a la cama, llorando desconsoladamente. Laura había sido su único apoyo tras la muerte de sus padres. Ahora, con su abuela también muerta, el impacto fue demasiado para Sadie, que se desmayó.
—¡Sadie! —Noah la cogió justo a tiempo y la abrazó con fuerza.
Su cuerpo estaba anormalmente frío, como si toda la vida la hubiera abandonado, y a Noah le dolía intensamente el corazón. La levantó y se volvió hacia Samuel.
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