El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 534
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Capítulo 534:
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Su tristeza inicial se transformó en confusión y rabia.
¿Por qué Noah haría algo así?
Pero no había tiempo para darle vueltas al asunto. Sadie respiró hondo para tranquilizarse y calmar su mente.
No podía malgastar su energía culpando a Noah; tenía que llegar a su abuela lo antes posible.
Laura era su único apoyo en este mundo. No podía perderla.
Cuando Sadie finalmente se calmó lo suficiente como para pensar con claridad, comenzó a idear un plan para salir del hospital sin problemas.
Noah había hecho todo lo posible para evitar que ella se enterara de una noticia tan importante. Era de esperarse que hubiera puesto vigilancia alrededor de su habitación, incluso en todo el hospital, solo para vigilarla.
Si actuaba precipitadamente, podría descubrirla antes de que pudiera hacer algo.
En ese momento, se oyó una serie de golpes en la puerta.
El corazón de Sadie dio un vuelco. Sintió que su cuerpo se tensaba y apretó los dedos alrededor del teléfono.
—Adelante —dijo con la voz más tranquila que pudo. La puerta se abrió y entró una joven enfermera. Le dedicó a Sadie una sonrisa profesional mientras se acercaba con una bandeja de medicamentos.
—He venido a cambiarle el vendaje, señorita Hudson —dijo la enfermera amablemente.
Sadie no dijo nada y se limitó a mirarla con recelo.
Al percibir su aprensión, la enfermera volvió a sonreír y dijo: —Por favor, relájese, señorita Hudson. El señor Howe me ha enviado para ayudarla.
—¿El señor Howe? ¿Se refería a Alex?
Sadie abrió un poco los ojos. Miró a la enfermera, tratando de averiguar si estaba mintiendo o no.
La enfermera pareció leerle el pensamiento. Sacó una nota de su bolsillo y se la entregó a Sadie.
—El señor Howe me pidió que le diera esto.
Sadie tomó la nota y le echó un vistazo rápido. La letra era efectivamente la de Alex.
«Sigue el plan y ten cuidado».
Esas pocas palabras bastaron para disipar la mayoría de las dudas de Sadie.
Levantó la vista hacia la enfermera y asintió. —Entiendo.
La enfermera soltó un pequeño suspiro de alivio.
—No se preocupe, señorita Hudson. Yo la ayudaré a salir del hospital. Se acercó y añadió en voz más baja: —He traído un uniforme de enfermera extra. Cámbiese, póngase una mascarilla y sígame. Los guardias que están fuera de su puerta están cambiando de turno. No prestarán mucha atención. Ya he planeado la ruta que va a seguir. Haga lo que le digo y saldrá del hospital en un santiamén.
La enfermera señaló hacia fuera y Sadie siguió la dirección de su mano.
—Saldrá por aquí, siga recto por el pasillo y gire a la izquierda al final. Baje las escaleras y salga por la puerta trasera de la primera planta. Allí habrá alguien esperándola.
Sadie escuchó con atención y se aseguró de memorizar las instrucciones de la enfermera.
Iba a correr el riesgo, todo por el bien de su abuela.
—Entendido —dijo Sadie con determinación.
Se levantó de la cama, se quitó rápidamente la bata del hospital y se puso el uniforme de enfermera. Le quedaba un poco holgado, pero eso no le impedía moverse con libertad.
A continuación, se puso la mascarilla, que le cubría casi todo el rostro.
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