El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 518
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Capítulo 518:
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Nanette negó con la cabeza y se secó las lágrimas. —Lo único que importa es que ahora estés bien.
—Nanette… —Sadie se detuvo, con voz firme pero llena de preocupación—. ¿Has sabido algo de la familia Howe? ¿Cómo están?
La expresión de Nanette se volvió sombría. Dudó un momento y luego decidió contarle la verdad a Sadie.
—La familia Howe se ha aliado con la familia Perry —dijo en voz baja—. Han acordado un matrimonio y ahora se han unido contra el Grupo Wall.
—¿Qué? ¿Estás segura?
Sadie se incorporó de un salto, sintiendo un dolor agudo en la nuca. Rápidamente lo ignoró. Nada de eso importaba ahora.
—¿Y Noah? ¿Cómo está? ¿Cómo está llevando todo esto?
Nanette extendió la mano y la sujetó con delicadeza. —Sadie, por favor, tranquila. Aún te estás recuperando. El médico insistió en que descansaras.
—No me importa, ¡necesito saberlo! —Sadie se zafó de la mano de Nanette y apretó los puños—. Dime, ¿qué pasó después? —Su pulso se aceleró y su respiración se volvió irregular.
Las familias Howe y Perry, dos potencias del mundo de los negocios, habían formado una alianza.
Pero eso no era lo que le provocaba esa inquietud tan persistente. Espera. ¿De verdad estaba preocupada por Noah?
Nanette dudó solo un momento antes de decidir contarlo todo, al ver la preocupación grabada en el rostro de Sadie. —Sadie, no te estreses. El Sr. Wall es un maestro de la táctica. Incluso con las familias Howe y Perry uniendo fuerzas, su estrategia garantizó que Wall Group no sufriera ni una sola pérdida. Al final… fue un empate. Ninguna de las dos partes obtuvo ventaja.
—Un empate… —repitió Sadie en voz baja, sintiendo cómo un destello de alivio le relajaba el pecho. Pero había algo que no le cuadraba.
¿Noah Wall aceptando un empate? No. Eso no era propio de él. Él no jugaba en igualdad de condiciones con nadie.
Él dictaba las reglas, controlaba el tablero y jugaba a largo plazo para ganar. Siempre.
Frunció el ceño mientras la inquietud volvía a apoderarse de ella. —Nanette… ¿estás completamente segura de eso? —Fijó la mirada en Nanette, buscando cualquier rastro de incertidumbre.
Nanette se movió incómoda. —Bueno… no puedo asegurarlo. No tengo acceso directo a los asuntos internos del Sr. Wall…
Respirando lentamente, Sadie cambió de tema. —Y el estudio… el vandalismo. ¿Ha encontrado la policía alguna pista? —Su voz era ahora más suave.
Sus dedos retorcían inconscientemente la sábana, y sus nudillos se pusieron blancos. Apenas se dio cuenta, demasiado absorta en la tormenta de pensamientos que se arremolinaban en su mente. Incluso allí, en una cama de hospital, no podía dejar de pensar en el peso del trabajo y en la inquietud que le oprimía el pecho.
Nanette la observaba atentamente, con evidente preocupación en su suspiro.
—Sadie, por favor… no te estreses. Esto está en buenas manos. El Sr. Ford, el asistente del Sr. Wall, se ha encargado de todo desde el principio. Si la policía descubre algo, el Sr. Ford será el primero en seguir la pista.
—Samuel… —Sadie pronunció el nombre, frunciendo el ceño pensativa. Samuel era el confidente más fiel de Noah: inteligente, eficiente y leal hasta la médula.
Si él estaba al mando, entonces nada podría salirse de control… ¿verdad? Nanette suavizó el tono. —Sadie, por favor. Concéntrate en recuperarte. Eso es lo más importante ahora mismo.
Sadie murmuró, con un hilo de voz, la mirada perdida. Sabía que Nanette solo intentaba consolarla, pero su mente no se calmaba. Los pensamientos sobre Noah daban vueltas sin cesar en su cabeza, negándose a ser ignorados.
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