El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 514
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Capítulo 514:
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—¡Despejen! ¡Bang!
El cuerpo de Sadie se sacudió violentamente. La línea del monitor seguía irregular.
«Segunda descarga. ¡Listos! ¡Despejen!». ¡Bang!
El equipo médico repitió el proceso una vez más.
Cada vez que Sadie se sacudía, Noah sentía una chispa de esperanza, pero luego ella caía de nuevo sobre la cama, flácida y sin vida, y su corazón se hundía con el de ella.
Noah sentía que las piernas le fallaban. Tenía las yemas de los dedos frías y húmedas.
Apretó la mano de Sadie y le susurró una y otra vez: «Sadie, despierta… Por favor… Despierta… Sadie, me equivoqué… Me equivoqué mucho… No debería haberte tratado así… No debería haber dudado de ti… Despierta, por favor. Te lo juro, haré todo lo que me pidas. Solo abre los ojos… Por favor…».
Sus palabras se quebraron al final y las lágrimas comenzaron a correr libremente por su rostro.
Era la primera vez que se permitía mostrarse vulnerable delante de otros, y menos aún delante de una mujer.
«Tercera descarga. ¡Listos!». La voz del médico volvió a resonar, ahora con un tono más grave. Era su último intento. Si el corazón de Sadie no se estabilizaba, podrían perderla.
«¡Despejen!». ¡Bang!
El corazón de Noah pareció detenerse al mismo tiempo que el cuerpo de Sadie. Sintió que el tiempo se congelaba.
Un segundo, dos segundos, tres segundos…
Le pareció una eternidad, un siglo, una vida.
Bip, bip, bip…
El monitor mostraba un latido cardíaco estable, una línea normal.
—¡La paciente está estable! —gritó una enfermera.
Un suspiro de alivio recorrió al equipo médico. El médico se apoyó en la cama y se secó el sudor de la frente.
Noah, sin embargo, seguía aturdido. Miró fijamente el monitor, incapaz de reaccionar.
—¿Está bien, señor Wall? —preguntó el médico, con evidente preocupación.
Pero Noah no respondió. Solo apretó la mano de Sadie y presionó suavemente con el pulgar el débil pulso de su muñeca. Sadie aún no estaba completamente fuera de peligro, pero estaba viva.
Eso era suficiente. Tenía que ser suficiente, por ahora.
Mientras ella estuviera viva, aún había esperanza.
Noah permaneció junto a la cama de Sadie durante los tres días siguientes. No comió ni bebió, sin apartar la vista del monitor cardíaco. No quería perderse ni el más mínimo cambio.
Se sentó inmóvil, como una estatua. Las únicas señales de que estaba vivo eran el movimiento constante de su pecho y el ocasional aleteo de sus pestañas mientras luchaba contra sus demonios internos.
Tenía los ojos hundidos y la barba incipiente le daba un aspecto demacrado y desolado.
—Sr. Wall, lleva varios días sin aparecer por la empresa —dijo Samuel en voz baja desde la puerta—. La junta directiva no está contenta.
Había intentado convencer a Noah en varias ocasiones de que al menos se pasara por Wall Group para ocuparse de asuntos urgentes, pero Noah se mantuvo firme en su negativa.
—¿Cómo van las cosas en la empresa? —preguntó Noah con voz ronca.
—Todo más o menos normal. Sin embargo… —Samuel se calló, claramente indeciso.
Noah frunció el ceño con recelo. —¿Sin embargo?
—La junta está muy descontenta con su ausencia. Se rumorea que están conspirando a sus espaldas para… bueno, para derrocarlo —concluyó Samuel, preparándose para la furia de Noah.
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