El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 481
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Capítulo 481:
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Apretando los dientes, siguió avanzando, paso a paso. Su respiración se volvió entrecortada, sus piernas temblaient, pero de alguna manera consiguió arrastrarlo por el salón y llegar finalmente a una habitación de invitados en la primera planta.
El alivio la invadió como una ola. Estaba a punto de tumbarlo en la cama cuando, de repente, resbaló.
—¡Oh, mierda! —exclamó sorprendida mientras caía hacia atrás, preparándose para el inevitable impacto.
Pero este nunca llegó. En su lugar, sintió calor. Un par de brazos fuertes la rodearon por la cintura, sujetándola antes de que cayera y manteniéndola firme.
Aturdida, levantó la mirada y se encontró con los ojos de Noah. Ya no estaban cerrados, ni perdidos en la inconsciencia. En cambio, estaban abiertos, nublados, pero fijos en los de ella con una intensidad inquebrantable.
—Espera… ¿estás despierto? —La voz de Sadie temblaba, era poco más que un susurro.
Noah no respondió.
Se limitó a mirarla, con sus ojos profundos e indescifrables rebosantes de emociones que ella no podía descifrar. Sin palabras. Pesadas.
La intensidad de su mirada le provocó una sacudida en el pecho, haciendo que su corazón se acelerara.
Instintivamente, intentó apartarse, necesitando espacio entre ellos.
—Déjame ir. —Sus palabras fueron suaves, apenas audibles. Una súplica, una advertencia.
Pero Noah no la soltó. Más bien, apretó más fuerte.
Antes de que pudiera protestar, él se inclinó y apoyó la cabeza ligeramente contra su hombro. El calor de su aliento le rozó el cuello, provocándole un escalofrío involuntario que le recorrió la espalda.
—No te muevas —dijo con voz baja y ronca, teñida de una ternura tan fugaz y sutil que casi dudó de haberla oído.
Todo el cuerpo de Sadie se tensó.
¿Por qué esa repentina dulzura? ¿Por qué ahora? No solo no entendía sus motivos, sino que tampoco estaba segura de querer entenderlos.
—Noah, déjame ir. Tengo que dormir —dijo Sadie con voz suave pero firme.
Noah no la soltó. En cambio, la abrazó con más fuerza y hundió la cara más profundamente en su hombro.
Su respiración se volvió irregular y su cuerpo comenzó a temblar.
Alarmada, Sadie sintió una oleada de preocupación. —Noah, ¿qué pasa? —preguntó.
Él no respondió, solo la abrazó con más fuerza.
Su respiración se hizo más pesada, sus temblores empeoraron y el calor que irradiaba su cuerpo quemaba la piel de Sadie como una llama implacable.
Sadie, perspicaz como siempre, se dio cuenta rápidamente de la verdad.
Noah había sido drogado.
El color se borró de su rostro.
Apretó los puños con fuerza, clavándose las uñas en las palmas, y el dolor agudo fue un débil eco de la rabia y la humillación que ahora la inundaban.
¡Vivi!
Tenía que ser ella.
¡Cómo se atrevía a drogar a Noah!
Luchando por controlar la furia que crecía en su interior, Sadie se obligó a mantener la compostura.
Si… si Noah y Vivi hubieran estado juntos…
¡No!
Sacudió la cabeza con fuerza.
Si eso hubiera pasado, Noah no estaría así ahora.
—¡Noah, déjame ir! Vamos al hospital —ordenó Sadie, con voz fría.
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