El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 479
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Capítulo 479:
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Con deliberada tranquilidad, dio un paso adelante, colocándose directamente entre Sadie y Noah, como si reclamara su territorio.
—Sadie, ¿por qué me miras así? ¡No te quedes ahí parada! —La voz de Vivi resonó en la sala, ahora más alta, con un tono de autoridad que no tenía derecho a reclamar—. Noah está borracho. Ayúdale a llegar a su habitación.
Se movía como si fuera la dueña del lugar, irradiando la confianza natural de una anfitriona que da órdenes a un sirviente. En su mente, Sadie no era más que un detalle sin importancia, una figura que debía ser ignorada.
Pero Sadie no se movió. Permaneció inmóvil, con una expresión indescifrable y la mirada fija en Vivi con una calma inquietante, como un lago tan tranquilo que era imposible saber cuán profundo era. Por primera vez en toda la noche, Vivi sintió que algo cambiaba, una grieta apenas perceptible en su certeza. Aun así, siguió adelante, esbozando una sonrisa dulce y cómplice.
—Sadie, no estás enfadada con Noah, ¿verdad? —preguntó, con la voz impregnada de una simpatía fingida—. Sé que las cosas pueden parecer malas, pero debes confiar en él. Él…
—Ya basta.
La voz de Sadie cortó el aire como una tormenta silenciosa, deteniendo a Vivi a mitad de la frase. Luego, con una voz mucho más suave pero infinitamente más fría, Sadie volvió a hablar. —Señorita Quinn, por favor, apártese de mi camino.
Sus miradas se cruzaron: la de Sadie era firme, inquebrantable y teñida de algo que Vivi no esperaba: impaciencia, como si toda esta conversación ya hubiera puesto a prueba su limitada tolerancia.
Vivi vaciló.
Había esperado mansedumbre, vacilación, tal vez incluso un resentimiento silencioso. ¿Pero esto? ¿Este rechazo frío y distante? La dejó desorientada.
Abrió la boca, buscando una réplica, pero bajo la mirada de Sadie, las palabras murieron antes de tomar forma. Y así, sin más, Sadie había terminado. Sin mirarla siquiera, pasó junto a Vivi y se dirigió hacia Noah con una naturalidad que dejaba claro que Vivi nunca había sido un obstáculo.
Al ver a Sadie dirigirse hacia Noah, Vivi se apresuró a seguirla, bajando la voz hasta convertirla en un susurro, sus palabras goteando como veneno destinado solo a Sadie. —Sadie, ¿no lo ves? Noah no te quiere en absoluto. ¿De verdad crees que se emborrachó sin motivo? ¿Que me pidió que lo trajera de vuelta sin motivo? ¡Despierta, Sadie! Solo te está utilizando para guardar las apariencias.
Vivi se inclinó hacia ella, con la voz temblorosa por la emoción que apenas podía contener, y su aliento cálido e intrusivo rozaba la piel de Sadie.
—Me lo dijo él mismo: solo está contigo por obligación. La única persona a la que ama de verdad soy yo. Y muy pronto se divorciará de ti y lo hará oficial.
Las palabras de Vivi se deslizaron por el aire, como un cruel conjuro destinado a destrozarla.
Esperó, ansiosa por ver la reacción: el temblor revelador de los labios de Sadie, la brusca inspiración, el destello de devastación en sus ojos. Quería ver a Sadie derrumbarse, verla hacerse pedazos.
Pero no pasó nada. Sadie ni siquiera se inmutó.
Su expresión permaneció inquietantemente serena, como si la confesión venenosa de Vivi no fuera más que ruido de fondo, una brisa pasajera.
Ni siquiera miró a Vivi. Su mirada permaneció fija en Noah, sin vacilar.
—Señorita Quinn… —La voz de Sadie era tranquila, firme y, para creciente inquietud de Vivi, con un ligero matiz de diversión—. Le agradezco que haya traído a mi marido a casa.
Las palabras de Sadie eran ligeras, casi cordiales, pero sonaron como una bofetada invisible, aguda y deliberada.
Vivi contuvo el aliento. Se le fue todo el color de la cara mientras miraba a Sadie, atónita. No era la reacción que esperaba. Ni ira, ni dolor, ni un intento desesperado por defender su matrimonio. Solo… indiferencia.
¿Por qué?
¿De verdad a Sadie no le importaba Noah? ¿No sentía nada en absoluto?
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