El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 465
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Capítulo 465:
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Breck se detuvo, observando atentamente la expresión de Noah, esperando su decisión. Después de haber trabajado para Noah durante muchos años, Breck estaba familiarizado con la complejidad de los estados de ánimo de su jefe, que eran particularmente enigmáticos cuando se trataba de asuntos relacionados con Sadie.
El comportamiento de Noah podía oscilar entre el cuidado atento y la indiferencia, dejando opacos sus verdaderos sentimientos.
Noah tardó en responder, ya que su atención se desvió hacia Averi, que lo miraba con ojos grandes y curiosos. Averi llevaba un pijama con dibujos de dibujos animados y sus mejillas regordetas aún tenían restos de la crema de la cena, lo que le daba el aspecto de un gatito adorable y desordenado.
Cuando los ojos de Noah se encontraron con los de Averi, se suavizaron. Se acercó y se agachó para quedar a la altura de sus ojos.
—Averi —dijo Noah, con una voz más suave de lo habitual, mientras le acariciaba el pelo con delicadeza—. ¿Podrías hacerme un favor?
Averi ladeó la cabeza, con los ojos claros llenos de curiosidad. —¿Qué tipo de favor? —Su voz era dulce e inocente.
Una sutil sonrisa se dibujó en los labios de Noah. Señaló hacia arriba. —Necesito que le lleves algo a mamá, ¿vale?
—¿Llevarle algo a mamá? —Averi parpadeó, con un ligero gesto de renuencia en el rostro. Miró de Noah a la escalera, dividido entre su deseo de jugar con sus juguetes y su renuencia a decepcionar a Noah.
—Sé un buen niño, Averi. Sé que eres el mejor niño —lo animó Noah, con tono paciente y gentil—. Llévaselo a mamá y luego podrás dormir con ella esta noche. ¿Qué te parece?
Al mencionar que dormiría con su mamá, el rostro de Averi se iluminó. Asintió con entusiasmo, con voz decidida. —¡Vale! Te ayudaré, señor Wall.
La sonrisa de Noah se amplió con satisfacción. Se enderezó y se dirigió a Breck: —Por favor, trae la sopa aquí.
Breck asintió rápidamente y se apresuró a ir a la cocina. Regresó al poco rato con una bandeja adornada con un exquisito cuenco de porcelana blanca. La sopa tónica que contenía desprendía un delicado aroma dulce.
Noah le entregó la bandeja a Averi y le advirtió: —Ten cuidado, Averi. La sopa está caliente. Averi agarró la bandeja con firmeza con ambas manos, con expresión seria. —No se preocupe, señor Wall. No la derramaré.
Noah le revolvió el pelo con cariño. —Buen chico.
Observó a Averi subir las escaleras con cuidado y desaparecer tras la esquina. Cuando Averi se hubo ido, la sonrisa de Noah se disipó lentamente y dejó paso a una expresión compleja. Se volvió hacia Breck y bajó la voz hasta adoptar un tono frío. —Sadie puede salir. No hace falta que la detengas.
Breck, tomado por sorpresa, se recuperó rápidamente e hizo una ligera reverencia. —Entendido, señor Wall.
El piso de arriba permaneció en silencio. La expresión de Noah se tensó ligeramente. Le preocupaba que Sadie pudiera haberse hecho daño. Se levantó, decidido a subir a ver cómo estaba.
En ese momento, la alegre voz de Averi resonó en las escaleras. —¡Mamá, mamá, sal! Te he traído algo delicioso. Noah se detuvo y volvió a esbozar una sonrisa. Se acomodó en el sofá y siguió viendo la televisión, aunque su atención permaneció fija en el piso de arriba. Estaba esperando, anticipando la aparición de Sadie.
Arriba, Sadie estaba sentada en el borde de la cama, con el cuerpo tenso. Entonces oyó la voz de Averi al otro lado de la puerta. Su cuerpo tembló ligeramente. Se giró rápidamente hacia la puerta. Respiró hondo para calmarse y se apresuró a abrirla.
Afuera, Averi la esperaba con la bandeja en la mano, donde se encontraba el cuenco de porcelana blanca, y el dulce aroma de la sopa llenaba el aire. Cuando Averi la vio, su rostro se iluminó.
—¡Mamá, por fin has salido! Te he estado esperando mucho tiempo —dijo con voz llena de emoción y alegría.
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