El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 458
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Capítulo 458:
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La mirada de Nanette se fijó en el cheque, con anhelo y desesperación reflejados en sus ojos. Para ella, cincuenta mil era una suma enorme. Con ese dinero, podría pagar los gastos médicos de su madre, no tendría que volver a suplicar humillada ni pedir prestado a otros. Sin embargo, sabía que la generosidad rara vez venía sin condiciones.
Si Kyla le ofrecía eso, tenía que haber trampa.
—Señorita Wade… ¿qué es exactamente lo que quiere? —preguntó con cautela, reprimiendo la chispa de esperanza que se encendió en su pecho.
Kyla salió del coche, puso el cheque en los temblorosos dedos de Nanette y se inclinó hacia ella, susurrando con voz suave al oído de Nanette. —Es muy sencillo. Necesito que hagas algo por mí.
Su voz era baja, casi hipnótica.
—¿Qué es? —El pulso de Nanette se aceleró y una sensación de inquietud se apoderó de ella.
—Quiero que… —Kyla hizo una pausa deliberada y luego pronunció cada sílaba con una precisión escalofriante—. Me entregues el boceto del diseño de Sadie.
El rostro de Nanette se puso pálido como el de un fantasma. Instintivamente, dio un paso atrás y el cheque cayó al suelo.
—¡No… ¡De ninguna manera! —gritó Nanette, con la voz llena de miedo mientras negaba con la cabeza frenéticamente—. ¡No puedo hacerlo!
Sadie había sido la única que había creído en su talento cuando nadie más lo hacía. ¿Cómo podía traicionar esa confianza? Además, coger el boceto sin permiso no solo era inmoral, era un delito. Si la pillaban, todo su futuro se iría al traste.
Kyla se burló de la reacción de Nanette, con una mirada fría y calculadora. —Quizá quieras reconsiderarlo. Tu madre sigue en el hospital, ¿no? Y su destino… bueno, está totalmente en tus manos.
Todo el cuerpo de Nanette temblaba, con el corazón atrapado en un despiadado tira y afloja. Por un lado estaba Sadie, la persona que le había dado una oportunidad y había depositado su confianza en ella. En el otro, su madre, aferrándose desesperadamente a la vida en una cama de hospital. ¿Cómo iba a tomar esa decisión?
La sonrisa de Kyla se amplió mientras saboreaba el tormento de Nanette. Cuanto más angustiada estaba Nanette, más satisfacción parecía obtener Kyla.
La noche era completamente oscura. Sin embargo, el estudio de Sadie estaba tan iluminado como si fuera de día. Se frotó las sienes doloridas y apartó la mirada de la pantalla del ordenador.
—Carol ha ido a recoger a Averi esta noche —murmuró, con una sonrisa en los labios. Con Carol cuidando de Averi, por fin podía concentrarse en su trabajo y sentir una especie de felicidad.
—Toc, toc, toc… —Un golpe repentino en la puerta rompió el silencio. —¿Quién puede ser? —Sadie frunció el ceño, suponiendo que era la entrega, y se levantó para abrir la puerta.
—Adelante, por favor —dijo, abriendo la puerta.
Pero no era el repartidor quien estaba en la puerta, sino Nanette, que había regresado inesperadamente. Nanette estaba allí, con la cabeza gacha y el cuerpo temblando. Tenía el rostro pálido y los ojos rojos e hinchados, como si hubiera estado llorando. Parecía angustiada, en marcado contraste con su habitual compostura.
Sadie se quedó paralizada, ya que nunca había visto a Nanette así. Una sensación de aprensión la invadió y se le encogió el corazón.
—¿Nanette? ¿Qué pasa? —preguntó con voz temblorosa mientras se acercaba, mostrando su preocupación—. ¿Qué ha pasado?
Nanette levantó lentamente la cabeza. —Sa… Sadie… —Su voz era tan ronca que apenas se oía. Abrió la boca para hablar, pero las palabras no le salían.
El corazón de Sadie se encogió. Sintió que había pasado algo grave. «Nanette, no tengas miedo. Dime, ¿qué pasa?».
Las lágrimas de Nanette finalmente vencieron su contención. Mientras caían en cascada por sus mejillas, se volvió hacia Sadie, con los labios temblorosos, luchando por encontrar las palabras.
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