El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 457
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Capítulo 457:
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«Sadie, tu caída es inevitable», murmuró entre dientes. «Pronto, tu reputación quedará arruinada y todo lo que aprecias se te escapará de las manos. Ya lo verás».
El camión se detuvo. Vivi salió, levantando la barbilla mientras contemplaba el lujoso edificio que tenía delante. Una sonrisa de satisfacción se dibujó en sus labios.
Estaba segura de que no tardaría mucho en destruir la vida de Sadie y quitarle todo lo que le pertenecía, incluido Noah.
Después de dejar a Averi en el jardín de infancia, Sadie se dirigió a su estudio, pero una sensación de inquietud la carcomió durante todo el día.
—Nanette, ¿cómo va el diseño? —preguntó Sadie, masajeándose las sienes mientras miraba a Nanette, que estaba de pie cerca de ella.
Nanette, que llevaba una gruesa carpeta, soltó un suspiro de alivio. —Todo está listo. Solo estamos esperando tu última revisión.
Galaxy era el trabajo más querido de Sadie, un collar que había elaborado meticulosamente para el próximo Concurso Internacional de Diseño de Joyería. Cada detalle era importante. Sadie tomó la carpeta y examinó cuidadosamente los bocetos y las notas que había dentro. «Se ve bien», comentó con aprobación. «La fecha límite se acerca rápidamente. No podemos permitirnos ningún error».
Nanette asintió con determinación. «Entendido. Enviaré la versión finalizada a primera hora de la mañana».
Con un gesto de satisfacción, Sadie dio algunas instrucciones más antes de permitir que Nanette volviera al trabajo.
Cuando la oficina se sumió en el silencio, se recostó en su silla y exhaló profundamente. El agotador trabajo de los últimos días había pasado factura.
El próximo lanzamiento de la colección Galaxy despertaba en ella una gran emoción. Estaba convencida de que con Galaxy destacaría en el Concurso Internacional de Diseño de Joyería y eclipsaría por completo a Vivi.
Al caer la tarde, el horizonte de la ciudad parpadeaba con innumerables luces brillantes. Nanette, que había trabajado horas extras, recogió sus cosas y se preparó para irse a casa.
Justo cuando salía de la oficina y se dirigía a una bicicleta compartida, un coche deportivo rojo frenó bruscamente justo delante de ella.
La ventanilla tintada se bajó lentamente, revelando un rostro impresionante.
Era Kyla.
Aunque llevaba unas gafas de sol oversize que le ocultaban la mayor parte del rostro, Nanette la reconoció al instante.
—¿Señorita… señorita Wade? —tartamudeó Nanette, entre la sorpresa y la inquietud.
Kyla se quitó las gafas de sol, dejando al descubierto unos ojos cautivadores. Observó a Nanette con atención, con una leve sonrisa indescifrable en los labios. —Tú eres Nanette, ¿verdad? —Su voz era suave y melosa, pero bajo ella se escondía un frío inconfundible.
Nanette sintió una sacudida de nervios. ¿Qué hacía Kyla allí?
—S-Sí, soy yo —murmuró, bajando la mirada, temerosa de encontrarse con la penetrante mirada de Kyla.
—He oído que tu madre se metió en un grave problema por deudas de juego y que casi la matan a golpes. Sigue en la UCI, ¿verdad? —El tono de Kyla era ligero, como si estuviera hablando de algo sin importancia.
Pero para Nanette fue como un trueno. Todo su cuerpo se tensó y sus ojos se abrieron de par en par por la sorpresa. Miró a Kyla con incredulidad. —¿Cómo lo sabes? —su voz temblaba de miedo.
Nanette había ocultado la crisis financiera y la hospitalización de su madre a todo el mundo, incluso a Sadie. ¿Cómo se había enterado Kyla?
Kyla se rió entre dientes, pero no dio ninguna explicación. En lugar de eso, metió la mano en su bolso de diseño y sacó un cheque, que agitó burlonamente delante de Nanette.
«Cincuenta mil. ¿Suficiente para pagar las facturas del hospital?».
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