El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 452
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Capítulo 452:
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—¡No me digas que le pones un dedo encima! —La voz de Noah era gélida y autoritaria, sin dejar lugar a dudas.
Su mirada aguda recorrió a los agresores, y su mera presencia bastó para hacerlos dudar. Los que momentos antes se mostraban agresivos temblaron involuntariamente bajo la mirada de Noah y se detuvieron en seco.
El rostro de Kyla se quedó sin color al instante.
—¿N-Noah? —Su voz temblaba—. ¿Qué haces aquí?
—Si no hubiera aparecido, ¿habrías destrozado este lugar? —La voz de Noah era gélida, carente de cualquier atisbo de calidez.
Kyla abrió la boca, pero no supo qué decir.
El tono de Noah se endureció. —Esta es tu última advertencia. Aléjate de Sadie. La próxima vez, no te librarás tan fácilmente.
Kyla tembló, sabiendo muy bien que no estaba mintiendo. Apretando los dientes, se dio media vuelta.
—¡Vamos! —Kyla se marchó furiosa con sus seguidores, humillada.
En cuanto desaparecieron, Noah se volvió hacia Sadie. Al ver lo pálida que estaba, algo brilló en sus ojos, algo parecido al dolor.
—¿Estás bien? —le preguntó en voz baja.
Sadie asintió. —Estoy bien.
Noah dudó antes de murmurar: —Debería haber venido antes.
—No es culpa tuya —dijo ella, respirando hondo para contener el torbellino de emociones—. Aun así… gracias.
La mirada de Noah se suavizó. —¿De verdad tenemos que decirnos eso?
Sadie apartó la vista, incapaz de mirarlo a los ojos. Un simple «gracias» nunca podría resolver la complejidad que existía entre ellos. Quería huir, poner distancia entre ellos antes de verse envuelta en algo demasiado profundo.
Pero la presencia de Noah, su mirada inquebrantable, la envolvían como una fuerza invisible, haciendo imposible escapar. Y ella sabía que, bajo toda su amabilidad, había peligro. La locura de Kyla, la crueldad de Isabel y, sobre todo, el corazón incierto de Noah.
Con pasos deliberados, Sadie entró en el ascensor, con los pensamientos en un torbellino caótico. Se agarró con fuerza a la barandilla, y los nudillos se le pusieron blancos por la presión. Se repetía constantemente que debía mantener la compostura y pensar con lógica. No podía permitirse volver a enamorarse de Noah.
Al llegar a su apartamento, Sadie cerró rápidamente la puerta con llave y se encerró en su pequeño espacio.
Fuera del edificio, Noah permanecía inmóvil, con la mirada fija en el camino que ella había tomado. Se quedó allí, perdido en sus pensamientos. El agotamiento y el arrepentimiento le arrancaron un profundo suspiro.
Para él y Sadie, no había camino hacia la reconciliación. Las heridas de hacía tres años habían cavado una profunda brecha entre ellos. A pesar de sus esfuerzos, el dolor que Sadie había soportado aún perduraba.
Noah sacó su teléfono y llamó a Samuel.
—Samuel, necesito que asignes a alguien para vigilar a Sadie. Asegúrate de que esté a salvo.
—Entendido, señor Wall —respondió Samuel obedientemente.
Incluso después de colgar, Noah seguía de mal humor. Su mente volvió a las advertencias de hacía años, ecos de consejos que ahora lo atormentaban. «Noah, te arrepentirás de esto. Te arrepentirás de perder a Sadie para siempre». En aquel momento, las había ignorado, riéndose de la idea.
Ahora, no podía negar la verdad. El arrepentimiento era profundo.
Si no hubiera juzgado mal a Sadie tres años atrás, si no la hubiera alejado, Averi podría haber sido su hija y podrían haber sido una familia feliz.
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