El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 432
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Capítulo 432:
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Una gran pesadez se apoderó del pecho de Sadie, y un frío escalofrío la recorrió.
Efectivamente, no tenía otra opción.
—Ya veo —murmuró, con voz apenas audible, teñida de decepción.
—Señora Wall… —comenzó Samuel, pero Sadie lo interrumpió.
—Ya basta —dijo, dando por terminada la conversación.
Se recostó en la silla, cerró los ojos y dejó que las lágrimas resbalaran silenciosamente por su rostro.
La otrora idílica finca Myrtlewood se había convertido en nada más que una prisión dorada de la que ansiaba escapar.
No debía permitirse tener esperanzas.
El corazón de Noah no estaba con ella, así que ¿qué sentido tenía aferrarse?
En lugar de soportar el ambiente asfixiante de Myrtlewood Estate, lo que realmente quería era marcharse con Laura y Averi para construir una vida propia.
Samuel miró fijamente su teléfono, cuya pantalla mostraba «Llamada finalizada», y frunció el ceño. El tono de voz de Sadie lo inquietaba y era consciente de la gravedad de la situación.
Sin perder tiempo, redactó un mensaje para Noah y le comunicó la noticia:
«Sr. Wall, acaba de llamar la Sra. Wall. Dice que no tiene intención de volver a Myrtlewood Estate y que planea mudarse a la casa que ha alquilado con su madre y su hijo».
En cuanto pulsó «enviar», la inquietud se apoderó de él. Conocía el temperamento de Noah, especialmente cuando se trataba de Sadie.
Con un suspiro silencioso, esperó —rezó— que Noah comprendiera la lucha de Sadie y no dejara que las cosas se complicaran aún más.
En la penumbra de su estudio, Noah estaba sentado bajo una pila de papeles, con expresión sombría y concentración inquebrantable.
Entonces sonó su teléfono. Echó un vistazo a la pantalla y vio el mensaje de Samuel.
Al leer las palabras, sus pupilas se contrajeron bruscamente y los papeles que sostenía se le resbalaron de los dedos, esparciéndose por el suelo con un ruido seco.
—¿Se niega a volver? —murmuró entre dientes, con tono incrédulo.
Se puso de pie de un salto y empezó a caminar nervioso, con imágenes de Sadie atormentando su mente.
—¡Maldita sea! —Golpeó la mesa con el puño y el sonido resonó en la habitación.
Cogió el teléfono y estuvo a punto de marcar el número de Sadie, pero dudó.
En su lugar, se dejó caer en la silla, se pasó una mano por la cara y exhaló profundamente.
¿Qué debía hacer?
¿De verdad estaba a punto de perderla?
En su estudio, Noah tiró el teléfono sobre el escritorio con total irritación. La pantalla mostraba un mensaje de Samuel.
Sadie quería marcharse y llevarse a Laura y Averi con ella. Quería salir de su vida para siempre.
Se tiró de la corbata mientras resoplaba frustrado, y luego se acercó a la ventana que daba a la ciudad.
Las luces de los locales y las calles parecían brillantes y acogedoras, pero Noah solo se sentía más aislado al verlas.
—¿Cómo? —murmuró incrédulo—. ¿Cómo puede irse así, sin más?
Su mente estaba llena de la dulce sonrisa de Sadie y la inocente voz de Averi, y un dolor sordo comenzó a extenderse por su pecho.
No podía perderlas.
Pensar en Averi le dio una idea a Noah. Quizás debería empezar por el niño pequeño.
Noah regresó a su escritorio y cogió el teléfono para llamar a Breck.
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