El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 431
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Capítulo 431:
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Noah se tensó, momentáneamente tomado por sorpresa.
Cruzó la habitación y se agachó junto al niño.
Averi vestía un pijama con dibujos animados, y su cabello ligeramente desordenado y sus mejillas surcadas por lágrimas lo hacían parecer aún más pequeño.
Noah nunca había visto ese lado de él.
Sadie siempre se había asegurado de que Averi estuviera feliz y contento.
Averi sollozó.
—Breck dijo que mamá tenía algo que hacer y me dijo que me portara bien y me fuera a dormir. Pero… pero no puedo dormir.
Noah extendió la mano y acarició suavemente el suave cabello del niño.
—Volverá pronto —le aseguró Noah.
Averi levantó la mirada, llena de cautelosa esperanza.
—¿De verdad?
—Sí. —Noah asintió con la cabeza.
Cogió un Ferrari rojo de juguete de la mano de Averi.
—Este es tu favorito, ¿verdad?
Averi asintió con la cabeza y una pequeña chispa volvió a aparecer en sus ojos.
Noah dejó el juguete en el suelo y le dio un empujoncito, observando cómo se deslizaba por la alfombra.
—Mira qué rápido va.
Averi cambió el foco de atención y esbozó una sonrisa mientras observaba cómo avanzaba el coche.
Noah se sentó con él y jugó un rato. Al poco tiempo, el niño se sumergió por completo en sus juguetes y dejó de mencionar a Sadie.
Mientras Noah lo observaba, una oleada de emociones indescriptibles lo invadió.
La oscuridad del exterior se apretaba contra los cristales de la ventana.
Sadie estaba sentada junto a la cama de Laura, con la mirada fija en el rostro de Laura, que dormía plácidamente.
Laura respiraba de forma constante y regular.
Sadie exhaló en silencio, aunque el peso en su pecho seguía ahí.
No tenía ningún deseo de volver a Myrtlewood Estate, un lugar que le resultaba asfixiante y que no le ofrecía más que dolor.
Lo único que quería era llevarse a Laura y a Averi lejos de allí, a un lugar donde pudieran llevar una vida tranquila y sin complicaciones.
El pequeño apartamento que había alquilado, aunque modesto, al menos les ofrecía un techo.
Allí no tenía que lidiar con los interminables conflictos con la familia Wall ni defenderse de las manipulaciones de Kyla. Solo serían ella, Laura y Averi, cuidándose unas a otras.
Esa idea encendió una frágil chispa de esperanza en su corazón.
Cogió el teléfono y marcó el número de Samuel.
El tono de llamada resonó en el silencio, acelerándole el pulso.
—Samuel, soy yo. —Su voz era suave, con un ligero temblor.
—Señora Wall, buenas noches —respondió él cortésmente.
—No quiero volver a Myrtlewood Estate. —Sadie respiró hondo para calmarse y se obligó a decirlo en voz alta.
Hubo una pausa antes de que Samuel respondiera, con tono incierto.
—¿Perdón?
—Quiero decir que quiero llevar a mi abuela y a Averi a vivir conmigo al lugar que estoy alquilando —respondió Sadie con voz firme y decidida.
—Bueno, eso es… —Samuel dudó, claramente incómodo—. Sra. Wall, no tengo autoridad para decidir eso. Es necesario el consentimiento del Sr. Wall.
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