El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 430
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Capítulo 430:
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Una mueca de disgusto empañó el rostro de Noah, y la irritación era evidente en su voz.
—No estoy disponible. Dile que se vaya.
—Pero la señorita Wade insiste en que no se irá sin reunirse con usted. —La recepcionista parecía cada vez más angustiada.
Sintiendo que le empezaba a doler la cabeza, Noah se masajeó las sienes, con una expresión que denotaba resignación.
—Está bien, hazla pasar.
Poco después, la puerta se abrió y Kyla entró con paso elegante.
Hoy llevaba un vestido blanco, el pelo suelto sobre los hombros y un maquillaje discreto pero encantador.
—Noah —dijo con suavidad, con una mirada que delataba su resentimiento.
El labio inferior le temblaba y sus ojos parecían a punto de llorar.
—Necesito que entiendas que nunca quise hacerle daño a la abuela de Sadie. Ese incidente…
—No hace falta que me des explicaciones, no me interesa —la interrumpió Noah con brusquedad.
Kyla intentó continuar, pero la mirada severa de Noah la detuvo.
—Si eso es todo lo que has venido a decir, te sugiero que te vayas —respondió Noah con firmeza, sin dejar lugar a más discusión.
Kyla respiró hondo e intentó mantener la compostura.
—Dentro de unos días es mi cumpleaños. Me encantaría que lo celebráramos juntos, como en los viejos tiempos.
Tras un breve silencio, Noah asintió levemente con la cabeza.
—Está bien.
La alegría iluminó brevemente el rostro de Kyla.
—Gracias, Noah.
—¿Hay algo más? —preguntó Noah, con actitud aún distante.
Kyla se detuvo, eligiendo cuidadosamente sus palabras.
—Tu madre dijo algo que no debería haber dicho ese día. Por favor, no se lo tengas en cuenta. Solo estaba preocupada por ti.
Sin decir nada, Noah volvió a bajar la mirada hacia sus papeles, indicando su deseo de terminar la conversación.
Al darse cuenta de su renuencia a seguir hablando, Kyla se dio la vuelta y salió en silencio de la oficina.
El silencio volvió a reinar en la oficina, solo roto por el susurro del papel. Noah siguió con la mirada fija en los documentos que tenía delante, pero las palabras se le nublaban y no conseguía entenderlas.
Sus pensamientos estaban ocupados por Sadie, cuya mirada penetrante y decidida seguía presente en su mente.
Por la noche, Noah atravesó la gran entrada de Myrtlewood, tirando de su corbata con cansancio.
La sala de estar parecía anormalmente tranquila, en marcado contraste con la energía habitual que llenaba el espacio cuando Sadie estaba presente.
Sin dudarlo, se dirigió directamente al estudio, decidido a enfrentarse a la montaña de papeleo que le esperaba.
—¿Señor Wall? —llamó una vocecita desde atrás.
Noah se detuvo y se volvió para encontrar a Averi sentada en la alfombra, jugando distraídamente con una colección de coches en miniatura.
La confusión brillaba en los ojos grandes e inocentes de Averi.
—¿Me ha dejado mi mamá? —Su voz era tranquila, con un ligero temblor.
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