El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 411
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Capítulo 411:
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Laura palideció y sus labios temblaron. «¡Te equivocas! Sadie no es así».
Isabel se burló, sin ganas de seguir discutiendo con Laura. Se dio la vuelta bruscamente. —He venido aquí únicamente para aconsejarle que mantenga a su nieta alejada de mi hijo. Ella no es adecuada para él.
Kyla se quedó atrás cuando Isabel se marchó. Se acercó a Laura, fingiendo preocupación. —Sra. Stewart, intente no angustiarse demasiado. En realidad, hay algo que Sadie no le ha contado. Lo acabo de descubrir hace poco…
—¿Qué estás insinuando? —preguntó Laura, con el pulso acelerado.
Kyla exhaló profundamente. —Quizá no lo sepa, pero Averi… no es hijo de Noah. Es hijo de Sadie y de otro hombre.
Laura respiró con dificultad. Se agarró al brazo del sofá y se puso pálida como un fantasma.
¿No era Alex el padre de Averi? ¿Desde cuándo era hijo de Noah? ¿Qué estaba pasando? ¿Cómo había podido hacer Sadie algo así?
—Piénsalo: Averi tiene casi tres años. Eso significa que, hace tres años, Sadie… —Kyla hizo una pausa para crear efecto y luego añadió—: Noah y yo nos amamos de verdad. Sadie es la otra mujer.
—No… no puede ser… Laura susurró, con la vista borrosa y el corazón oprimido por la pena.
—¿Está bien, señora Stewart? —preguntó Kyla, con un tono fingidamente preocupado y un destello de satisfacción en los ojos.
Laura intentó responder, pero no le salieron las palabras. Se inclinó lentamente hacia atrás y cayó sobre el sofá.
—¡Señora Stewart! ¡Señora Stewart! —gritó Kyla, fingiendo alarmarse, pero sin hacer ningún movimiento para ayudarla.
Laura finalmente se desplomó en el sofá, con el rostro pálido y la respiración entrecortada. Mientras tanto, en su estudio, Sadie estaba absorta en su ordenador portátil, con los dedos bailando sobre la tableta gráfica.
Estaba tan concentrada que el mundo a su alrededor parecía desvanecerse, dejando solo el diseño que tenía ante sí. Entonces, una repentina inquietud se apoderó de ella, haciéndola fruncir el ceño con preocupación.
—¿Qué pasa, Sadie? —preguntó Nanette, preocupada al notar su comportamiento inusual.
Sadie se masajeó la frente. —No es nada, de verdad. Solo me siento un poco agotada. —Intentó apartar la incomodidad y concentrarse en su trabajo, pero la sensación persistía, como un pinchazo en el corazón.
De repente, su teléfono sonó, rompiendo el silencio del estudio.
Sadie vio que era de Myrtlewood Estate y sintió un escalofrío.
—¿Hola? —respondió con voz temblorosa.
—Sra. Wall, su abuela… ha sufrido un infarto y la hemos llevado al hospital —dijo Breck con voz entrecortada por la emoción.
—¿Qué? —La cabeza de Sadie dio vueltas, como si la hubieran golpeado con algo duro. La tableta se le cayó al suelo.
—Mi abuela… ¿Qué ha pasado? ¿Cómo ha podido ser? —balbuceó Sadie, apenas capaz de articular palabra.
—La señora Stewart se ha desmayado de repente en su casa. ¡Tiene que venir enseguida! —insistió Breck.
Sadie vio borroso, pero se apoyó en el escritorio y respiró hondo para recuperar la compostura.
—¿A qué hospital? Voy para allá —logró decir, pronunciando las palabras con lentitud.
Tras recibir los detalles, Sadie colgó, cogió su abrigo y salió corriendo.
—¿Qué ha pasado, Sadie? —preguntó Nanette, alarmada por la palidez fantasmal y el comportamiento frenético de su amiga, presionándola para que le diera una explicación.
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