El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 408
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Capítulo 408:
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Sus dedos se aferraron con fuerza a la nota con la dirección del hospital. Así que, todo este tiempo, Isabel había estado prestando atención a ese niño.
Kyla arrancó el motor y se dirigió al hospital. Por el camino, las imágenes de Sadie y Noah no dejaban de pasar por su mente, alimentando los celos que ardían en lo más profundo de su estómago.
Al llegar al hospital, Kyla buscó al doctor Arnold Gray.
—Disculpe, doctor Gray —dijo Kyla—. Me envía la señora Wall para recoger un informe de ADN.
Arnold se ajustó las gafas. —¡Ah! El informe de ADN del señor Wall, ¿verdad? Espere aquí un momento, por favor.
El hombre se dirigió a su archivador y sacó un sobre sellado, que le entregó a Kyla.
El corazón de Kyla latía con fuerza y tenía las palmas sudorosas mientras cogía el sobre. Respiró hondo y se dijo a sí misma que se calmara.
—Gracias —le dijo al médico.
Estaba impaciente por ver el expediente; en cuanto salió del hospital, abrió la carpeta de un tirón.
Cuando vio los resultados de la prueba, sintió que todo su mundo se derrumbaba. El suelo bajo sus pies pareció desaparecer.
«La probabilidad de paternidad es del 99,99 %».
Las palabras resonaban en su mente una y otra vez.
Apretó el informe con tanta fuerza que casi le desgarraba el papel con las uñas. Al cabo de un rato, Kyla se recompuso y guardó el informe en la carpeta. Una vez más, se obligó a mantener la calma mientras caminaba hacia su coche y arrancaba el motor. Condujo directamente al edificio del Wall Group.
El Wall Group se elevaba por encima de la mayoría de los rascacielos, con un aspecto grandioso e imponente desde todos los ángulos.
Kyla atravesó el vestíbulo con paso firme, el tacón de sus zapatos resonando con fuerza contra el suelo de mármol. Llevaba el termo con la sopa que Isabel había preparado especialmente para Noah.
—¿Señorita Wade? —la saludó la recepcionista con evidente sorpresa—. Ha vuelto. —La llamada llamó la atención de los demás empleados que se encontraban cerca, que pronto dirigieron miradas curiosas hacia Kyla.
La noticia de su traslado a Slimron hacía tiempo que había corrido como la pólvora por la empresa, por lo que su repentina aparición causaba revuelo, como era de esperar. Kyla esbozó una leve sonrisa y levantó el termo. —Vengo a ver a Noah.
Todos lo entendieron al instante y parecieron suspirar al unísono. Las viejas llamas eran difíciles de extinguir, a pesar de los errores que pudieran haber cometido. En su opinión, Noah aún no era capaz de olvidar a Kyla.
Así que Kyla se dirigió sin obstáculos a la oficina de Noah. Llamó a la puerta.
—Adelante —dijo una voz grave y magnética desde dentro.
Kyla abrió la puerta y entró. Noah estaba sentado en su escritorio, con el ceño fruncido mientras miraba la pantalla del ordenador.
—Noah, te he traído sopa —dijo Kyla en voz baja, colocando el termo al otro lado del escritorio.
Noah levantó la vista. Algo brilló en sus ojos cuando se posaron en Kyla, pero desapareció en un instante. —¿Qué haces aquí?
—Tu madre me ha pedido que te traiga sopa y vea cómo estás —respondió Kyla, con tono amable y considerado, mientras se acercaba.
—¿Cómo está? —preguntó Noah.
—Está bien, solo preocupada porque trabajas demasiado. Kyla lo observó durante unos segundos antes de preguntar con cautela: —¿Cenamos juntos esta noche?
Noah la clavó con una mirada profunda e indescifrable. —Esta es tu última oportunidad, Kyla. Si vuelves a cruzar la línea, no te molestes en volver.
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