El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 404
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Capítulo 404:
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—¡Mamá! —Una voz clara resonó en la sala de estar, seguida del sonido de unos piececitos que corrían hacia ella.
Averi, su querido hijo, acababa de regresar de su viaje de estudios a Slimron.
—¡Cariño, te he echado mucho de menos! —Sadie envolvió a Averi en un fuerte abrazo y le dio un beso en su suave cabello.
—¡Yo también te extrañé! —Averi la miró con ojos brillantes y alegres—. Slimron fue muy divertido. Déjame contarte todo…
Averi tomó la mano de Sadie, con evidente emoción, y comenzó a relatar sus aventuras.
—Fuimos al acuario y vimos muchos peces y delfines que bailaban…
Averi agitaba las manos mientras imitaba a los delfines, contagiando su entusiasmo. Sadie observaba las expresiones animadas de su hijo y se sintió invadida por una profunda alegría.
El estrés del estudio y las provocaciones de Vivi pasaron a un segundo plano, sustituidos por la simple alegría de estar con su hijo.
—Y también fuimos al museo de ciencias, donde había unos robots increíbles… —continuó Averi, sin apenas parar para respirar.
Sadie escuchaba con atención, intercalando preguntas y deleitándose con su entusiasmo.
El gozo en la voz de Averi y el brillo de sus ojos la llenaron de una profunda felicidad y satisfacción.
«Mamá, ¿adivina qué? He hecho un nuevo amigo que se llama Leon Powell. Hemos jugado y hemos hecho experimentos juntos».
Averi sonrió radiante mientras sacaba una foto de su bolsillo.
En la foto aparecían dos niños pequeños, uno al lado del otro, con amplias sonrisas. Al ver la foto, Sadie sintió una cálida oleada de alegría.
Estaba encantada de que Averi hubiera hecho un nuevo amigo y hubiera vivido aventuras tan enriquecedoras.
«Mamá, ¿puedes venir conmigo a Slimron la próxima vez? ¡Podemos visitar el acuario, el museo de ciencias y mucho más!», suplicó Averi, tirando de su mano.
«Te lo prometo, cariño. Cuando todo se calme, iremos juntos, ¿vale?», dijo Sadie acariciando el pelo de Averi con voz suave y un tono de disculpa.
«¡Vale!», exclamó Averi, saltando para darle a Sadie un gran abrazo lleno de alegría.
Sadie abrazó a su hijo con fuerza, con el corazón rebosante de amor. Sabía que tenía que superar todos los retos por el bien de Averi y ganar esta batalla.
—Mamá, ¡tengo mucha hambre! —se quejó Averi, frotándose la barriga y mirándola con cara de pena.
—Está bien, vamos a comer algo —respondió Sadie, cogiendo a Averi de la mano y llevándolo a la cocina.
—¿Podría prepararnos la cena, por favor? —le pidió Sadie al cocinero.
Este asintió y se puso rápidamente manos a la obra.
Sadie y Averi se sentaron a la mesa y charlaron alegremente mientras esperaban la comida.
Pronto, la mesa se llenó de una variedad de platos deliciosos, y la suave luz de la lámpara de araña de cristal proyectaba un cálido resplandor sobre la elegante vajilla.
Averi inhaló los aromas tentadores y sus ojos se iluminaron de emoción.
«¡Vaya! ¡Es pollo glaseado! ¡El pollo glaseado es mi plato favorito!», exclamó Averi con una sonrisa radiante, con las manos listas para hincárselo en la boca.
Sadie se rió y le regañó con cariño. «Lávate las manos primero, pequeño glotón».
Averi saltó de la silla y corrió al baño.
El sonido del agua corriendo llenó la habitación mientras Sadie lo observaba, con el corazón lleno de amor por su enérgico hijo.
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