El arrepentimiento de mi exesposo - Capítulo 1333
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Capítulo 1333:
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Noah respiró hondo y se adentró en la habitación.
El apartamento estaba escasamente amueblado, casi en ruinas. Hurst no se molestó en andarse con rodeos: abrió la puerta de una patada y prácticamente arrojó a Afara a un rincón.
A pesar de estar atado, Afara actuaba como si fuera el dueño del lugar, lanzándole a Hurst una sonrisa arrogante y silbando burlonamente.
Esa actitud bastaba para que cualquiera quisiera darle una paliza.
De repente, un débil «pitido» electrónico rompió el silencio, procedente de algún lugar del cuerpo de Afara.
El sonido era apenas audible, pero en aquella habitación en silencio, resonó como una sirena.
La expresión de Hurst se endureció de inmediato.
Él y Noah habían registrado a Afara de pies a cabeza antes de partir. No debería haber quedado ningún dispositivo.
Noah estaba recostado en un sofá destartalado, con los ojos oscuros fijos en Afara antes de mirar significativamente a Hurst.
Esa sola mirada lo decía todo.
Sin dudarlo, Hurst empezó a crujir los nudillos, con una sonrisa en los labios. «Muy bien, veamos qué escondes».
Al ver que Hurst se acercaba con clara intención, Afara montó una escena dramática. —¿Qué es esto? ¿Un asalto a plena luz del día? ¡Que alguien me ayude!
¡Me están atacando!».
Su teatralidad solo sirvió para que Hurst frunciera aún más el ceño.
Sin dudarlo, Hurst agarró a Afara por el cuello y lo sacudió con más fuerza. «Dámelo. Ahora».
Afara solo parpadeó, fingiendo inocencia. —No tengo ni idea de lo que estás hablando. ¿No me has vaciado ya los bolsillos?
Hurst soltó una risa burlona. «Quizá se me ha pasado algo».
Al instante siguiente, estaba rebuscando en la cintura de Afara. Efectivamente, descubrió un pequeño objeto duro.
Era un microcomunicador, no más grande que una caja de cerillas, que había sido cosido hábilmente en el forro del cinturón.
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Una sonrisa de triunfo se dibujó en los labios de Hurst mientras le entregaba el dispositivo a Noah.
Noah lo cogió, lo abrió y pasó los dedos por los controles.
La pequeña pantalla se encendió y mostró un mensaje.
«La hija del Sr. Stewart se ha hecho daño. La están llevando al City Hospital».
El mensaje había sido enviado a un chat privado.
La expresión de Noah se ensombreció de inmediato y toda su presencia se tensó.
¿La hija del Sr. Stewart?
Noah entrecerró los ojos y levantó la vista. —¿Alguien de vuestras filas tiene una hija?
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